Es comprensible que desde hace algún tiempo, mejor dicho, desde que el jaguar llegó al gobierno, usted sufra espasmos de terror causados por una violencia que creíamos lejana y resultó que ya habita entre nosotros.
Es que han sido tantas las ejecuciones recientes que ver a dos tipos en motocicleta causa fruncimientos masivos.
Pero ya no más.
Les traigo una noticia que les sacará el susto del cuerpo.
Nuestra Layda Sansobres descubrió que nos hemos angustiado por nada, que los hechos violentos no fueron reales, caraxo, sino unos tristes montajes diseñados para sembrar miedo ahora que están cerca las elecciones. Todo fue un engaño y el responsable es… Eliseo.
Así es. Si el karateka frenético presumía su estancia en Jarvar y estelarizaba videos con Rosmery de Castamay era para distraer la atención, porque en realidad estaba armando las escenografías de la crueldad. Una cosa demencial.
Layda no explicó cómo llegó a esa conclusión, y al parecer presentará las pruebas de sus señalamientos en los siguientes Martes de Enjuagar, pero lo importante es que nuestro estado es el más seguro del país según sus otros datos.
Así que usted, lector adorado, puede dejar de correr fruncidito cuando ve a dos tipos en moto. Todo está en paz.
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No deberían permitir que Layda salga sin bozal ni guión en su programa, la señora ya no carbura como es debido.
En el intento de quitarse responsabilidad por el drama que vive el estado, la señora construyó una narrativa que no sólo es inverosímil, sino que insulta de forma grotesca a las víctimas de la furia criminal.
Según la Sansores, las muertes que hemos visto nunca fueron, y el dolor de los deudos no fue más que una farsa escrita y dirigida por un adversario político sediento de poder. El llanto de madres, viudas, huérfanos era producto del histrionismo, no del dolor.
Peor aún.
Hace unos días, un funcionario del gobierno de Campeche, M. C. C., subsecretario de Desarrollo Agropecuario, fue acribillado por unos sicarios, o eso creíamos. Gracias a doña Jaguara ahora sabemos que no hubo ejecución alguna, y no sólo eso: con su teoría del terror simulado controlado por el karateka Montúfar, Layda puso sobre el cuerpo inerte de su empleado la etiqueta de traidor. Se hizo el muerto porque se vendió a MoCi.
Y ya encarrerada y sin un alma piadosa que le metiera freno, doña Layda terminó llamando idiotas a todos, todas, todes:
Según ella, aquí no ha habido ni balaceras ni muertos, y si usted se aflige por el robo de ayer, el baleado de hoy, el desaparecido de mañana, es decir, por las mentiras gestadas por MoCi, es porque usted no piensa; y si además comparte en redes sociales los rastros del furor delincuencial que nos crispa los nervios, entonces usted es cómplice de los embustes de “Kid Jarvar” Eliseo Fernández.
Me parece que la Salomé del Trópico ya no entiende lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo. Por favor, cuídenla de sí misma.
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Ayer, en entrevista banquetera, el fiscal Renato Sales declaró que los hechos de sangre suscitados en Carmen y Campeche se deben a pleitos entre narcomenudistas.
Creo que Renato no vio el programa de Layda ni supo de la versión oficial sobre nuestra realidad: en Campeche las balaceras son artificiales y las muertes simulacros. Por idiota, Reni, como buena parte de los campechanos, se hizo aliado del perverso Eliseo.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
