Algún periodista chafa ya habrá olfateado algo y no tardará en publicar una nota ampulosa, tachonada de fechas, citas y nombres, en la que revele paralelismos históricos:
“Así como Nerón tocaba la lira mientras Roma era consumida por el fuego, así Layda ejercitaba los sobacos al ritmo de Los Ángeles Azules en tanto las palapas del Malecón quedaban reducidas a cenizas”.
Sólo que el paralelismo es falso.
Se ha comprobado hasta el cansancio que Nerón no estaba en Roma cuando el incendio, sino en Anzio; regresó a la ciudad de inmediato y alcanzó a participar en labores de rescate, abrió zonas para albergar damnificados y repartió comida entre la población, nunca le mentó la madre a los policías, no conocía a Marcela, no necesitó desactivar el 911 porque en ese tiempo no habían teléfonos, y culpó a los cristianos del fuego, no a Eliseo.
La neta: cómo me fastidiarán esos matraqueros de la tragedia, emisarios del pasado, voceros del prianismo, portavoces anaranjados que intentarán denigrar a nuestra Layda comparándola con ese esperpento llamado Nerón.
Besitos que portan extinguidores,
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.