Debería haber debate entre candidatos a la alcaldía.
Sí, ya sé que los adversarios de la Bibicienta son parte del ballet de nado sincronizado de Layda, que su misión es fragmentar la votación para, en teoría, favorecer a Jamile y Rafita.
Y a pesar de lo anterior, de lo retorcido de esa estrategia que pretende engañar a priistas y panistas para ponerlos al servicio de la 4T, me sigue pareciendo que su reclamo es legítimo.
Los debates son necesarios; en cualquier nación civilizada los hay a granel y el guión es siempre el mismo: los minions atacan y el candidato a vencer se defiende.
Ahora bien, escribí que debería haber debate, no que deba haberlo, porque dada la gigantesca estupidez de nuestra clase política no existen las condiciones que garanticen imparcialidad.
Veamos: el debate tendría que organizarlo el IEEC y transmitirse por las televisoras locales, y los moderadores serían impuestos por el gobierno de Layda. Con esos elementos, pensémosle:
El IEEC está copado por el Jaguar lo mismo que el INE, cuya titular, Guadalupe Taddei, tiene a toda su familia colocada en gobiernos de Morena. Ahí no hay lugar para la neutralidad.
La transmisión es otro calvario.
TRC era nuestra televisora, ahora es un órgano de propaganda descarada que usa los recursos de todos los campechanos para promocionar sólo a la 4T. Ahí se hospeda El Martes del Jaguar y otros programas dedicados a golpear adversarios.
Para colmo, la dirección de TRC está inscrita como agresora de género por violentar a Bibicienta.
Las otras televisoras no están mejor. Una pertenece a Alito, con eso dije todo, y la otra, Telesur, respalda abiertamente los disparates de la Salomé del Trópico.
Ahora bien, ¿y los moderadores?
Si los integrantes de la 4T tienen la insana costumbre de sólo hablar entre ellos y de considerar periodista únicamente a aquel que es afecto a la causa y elogia al régimen, es fácil adivinar a los elegidos.
Lord Molécula y al Chapucero encabezan la lista, y créanme que, a estas alturas de la opereta, son más confiables que un Hernán Gómez Bruera o un Julio Astillero. Un desastre.
Yep, articular aquí un debate es cosa endemoniada, porque nada bueno puede asomar en un evento exigido por peones del gobierno de Layda, organizado por el gobierno de Layda y transmitido por medios entregados a Layda, o cosas peores.
Y eso lo sabe la propia Layda, que nos advirtió sobre ello.
En 2015, cuando compitió contra Alito Moreno, Sansores menospreció el debate armado por el IEEC argumentando las razones que expongo arriba, incluso amenazó con no asistir y condicionó su participación a ser la primera en tomar la palabra, favor que se le concedió.
Layda fue al debate y habló primero, sí, para acusar a Alito de pretender abrirle la puerta al crimen organizado, y se largó.
Hoy Layda envía a sus peones a exigir lo que ella misma nos enseñó a odiar. La Jaguara, caraxo, no sólo se pisa la cola sino que le baila tap.
Y por cierto, no fue Alito quien le abrió la puerta al Crimen Organizado.
Les digo: debería haber debate, pero pos no se puede.
Besitos que no son debatibles,
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
