Pixoyal sobrevivió a los huracanes Gilberto, Ópalo, Roxana e Isidoro sin saber lo que era una inundación; poniéndonos cursis, digamos que la virtud de Pixoyal estaba intacta porque no había conocido carnalmente las grandes aguas;
…pero llegó el Tren Falla y un pueblo de tierra firme volvióse chinampa.
La explicación de la 4T que tripula doña Jaguara, y cuya vocería corre a cargo de un austriaco con cara de criminal de guerra, es que hubo un fenómeno atípico que causó esta desgracia.
En realidad, Pixoyal está pagando por un capricho presidencial y sus secuelas: la construcción a prisa y sin proyecto ejecutivo ni manifiesto de impacto ambiental de una obra que, además, fue contaminada de origen por los intereses de Amlo y sus hijos, representados éstos por prestanombres voraces e indiferentes a las tragedias causadas por su ambición.
Lo único atípico en Pixoyal es el Tren Falla, ese disparate sobre rieles que incrustaron donde no debían y bloqueó el escurrimiento del agua, pero Layda y su austriaco quieren convencernos de que la culpa no es de Amlo y sus delirios, sino de un fenómeno insólito: llovió cuando tocaba lluvia.
Sí, amiguitos: según Layda la loca es la naturaleza.
Besitos,
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.