80% de nuestras exportaciones van a EEUU.
Nuestro comercio con EEUU representa la tercera parte del PIB.
De EEUU importamos combustibles, alimentos, maquinaria, refacciones, la ropa que visten las hijas de Peña Nieto.
Y un laaaaaargo, dependiente y triste etcétera.
Ese es el saldo de 35 años de gobiernos que han privilegiado la entrega absoluta a EEUU y de una ciudadanía que por conveniencia o indolencia lo ha permitido.
Ahora el clamor popular es no consumir en Starbucks o Burger King. ¿Será esa la solución?
En febrero, otro gasolinazo, anunció el secretario de Hacienda José Antonio Meade.
A pagar más por el combustible; primero, porque lo importamos caro de EEUU debido a que “no es negocio refinar aquí”, nos decían; y segundo, porque con el pretexto de liberar precios le aplicaron un alza criminal al IEPS, gravamen estúpido destinado a cubrir el enorme hueco financiero que representa la corrupción gubernamental, los excesos de una clase política cleptómana que, antes que apretarse el cinturón, se toma un selfie con algún muerto de hambre, anuncia un plan de austeridad y luego sigue incrementando el tonelaje fiscal sobre una sociedad esclavizada.
¿No creen que en lugar de dejar de consumir en Starbucks deberíamos dejar de consumir las mentiras y las canalladas de la clase gobernante? ¿No creen que sería mejor combatir a los ladrones en el poder en lugar de pelear contra el imbécil de la Casa Blanca (la de Washington) que sólo está sacando partido de un México fracturado y anémico después de tantos años de infamias consentidas por nuestra mansedumbre?
Adiós a Starbucks y otras empresas similares significa dejar sin empleo a miles de mexicanos, serán las víctimas de una comunidad que sin razonar se lanza al vacío con cualquier propuesta idiota y con ello pretende subsanar décadas de indiferencia, de voltear la cara mientras PRImates y sus derivados entregaban la riqueza nacional.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.