Campeche es un caos. En Tenabo construyeron un mini muro a la entrada del pueblo para no permitir el ingreso de forasteros portadores del virus taoista. Alguien en Calkiní se contagió y la respuesta en Hecelchakán fue cerrar sus fronteras para impedir el contagio. Caso en Candelaria, que todavía permanece abierta a los visitantes, pero no llega ayuda de ninguna forma.
En Champotón, si quieres ser atendido en el hospital tienes que llevar todo lo necesario para tu curación porque no hay ni aspirinas, el personal tiene que hacer lo mismo porque no tienen material, y todos deben resignarse a morir de calor porque el único aire acondicionado que funciona es el de la oficina del director, que la pasa como sultán con los 80 mil pesos mensuales que tiene presupuestados el nosocomio más su sueldo. Los demás municipios igual, en el abandono, y en el Carmen una defunción que niegan en la Secretaría de Salud y contagios en Pemex que permanecen en secrecía.
Fluyen los rumores que hablan de maquillaje de cifras, de engaño gubernamental y cuyo epicentro es la insuficiente información oficial y la inmensa desconfianza en el gobierno de Alito y del sustituto, Aysa, éste último el verdadero motivo de estas líneas.
No se le ve por ningún lado a Aysa. Eso sí: debe haber dado instrucciones al secretario de Salud, Pinzón, para el armado de una cortina de humo que encubra la negligencia de su gobierno en el manejo de la crisis, porque en sus comunicados sobre la pandemia el secretario invierte más tiempo en atacar a los medios de comunicación no alineados al chayo que en detallar el curso de la pandemia en la entidad.
Regresamos al 2016. Para disfrazar la ridiculez de sus maquetas y sus alucinantes anuncios sobre la modernidad de la entidad, Alito acusaba a sus periodistas críticos de ser Enemigos de Campeche y ordenaba a sus textoservidores repetir esa cantaleta, buscando que la gente se enganchara en un debate sobre lealtades y traiciones al estado mientras las maquetas disparatadas y el saqueo en auge pasaban a segundo término. De poco le sirvió. En el segundo año de gobierno Moreno Cárdenas era una caricatura patética.
El fracaso de esas cortinas de humo debieron servirle a Aysa para entender que tenía que imaginar nuevas formas de distraer al público, pero hace mucho tiempo que pasó lo que Carlos Miguel estaba entendiendo y mejor puso a Pinzón a repetir berreos sobre medios “malosos” y medios buenos, estos últimos, por supuesto, son los mismos que vieron en las maquetas la consolidación del progreso campechano y en Alito el Mesías que nació en un quirófano de cirujano plástico.
Más allá de esos distractores, hay una certeza: la gente entiende que el gobierno no ha respondido. La información es pobre y dudosa; la aplicación de medidas ha sido lenta y temerosa; en lo económico estamos perdidos, ni una señal, nadie ha anunciado si habrá ayuda para los micros y pequeños empresarios, empobrecidos de por sí por las condiciones adversas que presenta el estado; estamos inmersos en un peligroso desorden en un momento en verdad delicado y para colmo el sustituto Aysa anda desaparecido. Ni a quien mentarle la madre.
Pero en esta página somos conscientes y profundamente solidarios, a pesar de que esa palabra la echó a perder Purux Ortega para siempre, y preocupados porque las maldiciones contra el gobernador no llegan al destinatario debido por su desaparición, Bestiómetro cumple hoy una función social y lanza Alerta Amber para localizar a Carlos Miguel Aysa, a quien se le vio por última vez cuando anunció que el Iron Man iba porque iba, de eso hace ya un mes.
La información general del desaparecido es esta: su estatura humana es microscópica, su estatura física es promedio, con capucha es el doble oligofrénico de Darth Sidious y al hablar come las eses.
Si usted lo encuentra recójalo con cuidado, porque suele tener episodios lunáticos, y deposítelo con Pedro Armentía, él se encargará de darle sus medicamentos, meterlo en su jaula y sacarlo un día de estos a la luz pública para que el pueblo se desahogue.
Por su atención, gracias.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.