Alito: alianza, odio, derrumbe

En la primera plana del diario que no es de Alito celebran que el 87% de los panistas dijeron sí a una alianza electoral con el PRI y el PRD, alianza cuya candidatura al gobierno del Estado recaería en el propio Alito.

También nos muestran otra consulta en la que, con la alianza, Alito ganaría su reelección por 7 puntos sobre mi niña Layda. El fiel de la balanza sería Eliseo Fernández, que se llevaría el 10% de los votos, o sea, se los quitaría a Morena y con eso aseguraría la permanencia del Supremo Idiota en el Cuarto Piso.

Es decir, a Eliseo le tocaría interpretar esta vez el papel que ha jugado la Sansores siempre, el de dividir el voto para que prevalezca el PRI. Oh, botox santísimo: a sus ochenta años La Salomé del Trópico recibiría una dosis fortalecida con Ensure de su propio chocolate.

Con todo respeto para las Supersticiones numéricas, lo publicado por el periódico que no, no y no es de Alito es un disparate.

Más allá de las alianzas, el factor decisivo en la elección que se acerca será el rencor contra el PRI, un coletazo tardío pero todavía potente de lo que fue el 2018, y esta vez agravado por la aversión que genera Alito, el personaje político más odiado de nuestra historia reciente que, de hecho, cuando huyó cargaba un 80% de desaprobación ganado a pulso en cuatro años de saqueo, maquetas infames, obras inútiles, endebles y caras, suburbans blindadas y guaruras con armamento de narcos, mansión de 100 millones de pesos y un inacabable etcétera cuya contraparte fueron la ruina y el retroceso del estado y la impotencia de los campechanos ante la burla sistemática de un canalla empoderado que, para colmo, quiere imponernos a su clon oligofrénico.

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Ahora bien, lo que no sé es quién jalará los votos de la venganza y ganará la contienda.

Hasta ahora el Morena es favorito pero el horizonte se está nublando por la lucha intensa entre laydos y no laydos que, dando por sentado su triunfo, disputan ya los trozos de poder. Y además de la violencia intrafamiliar, hacia afuera, entre el pueblo sabio, se sabe gracias a los legisladores locales comandados por Aníbal que el Morena forma parte del burdel del gobierno estatal.

No obstante, a pesar de sus conflictos internos y su fama de oposición dócil, el Morena tiene de su lado la compra de votos institucional vía programas sociales que el presidente instauró apenas tomó el poder y a la que ha dedicado todos los recursos, hasta los destinados a compromisos que conjugan la obligación del estado y la más elemental humanidad, como la atención a niños enfermos de cáncer.

El millón y medio de pesos que cuesta cada tratamiento oncológico fue traducido por AMLO en migajas del bienestar que el pueblo, ninguneado y hambreado por el prian durante tantos años, percibe como el milagro de la abundancia que les entrega un hombre santo. Ahí hay muchos votos.

Súmenle a esa estrategia los montos provenientes de fideicomisos, programas escolares, vacunas, medicinas y demás que el “austericidio” criminal de la 4T borró para volcar el dinero al clientelismo electorero. Morena es el partido a vencer.

El otro posible beneficiario del castigo al PRI es Eliseo a quien, otra vez, las circunstancias lo colocan en posición para disputar la gobernatura y cuya oportunidad de imponerse depende de combinaciones mágicas y de que no agarre a madrazos a las circunstancias, y esto último lo veo difícil. Su neurosis es de siquiátrico.

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Que el 87 por ciento de los panistas se haya pronunciado por una alianza sólo indica que no quieren a Eliseo como candidato, no que estén a favor de Calígula. Que el diario que no es de Alito publique una encuesta donde su sobrino gana sólo marca el inicio de la campaña por la reelección. Pero nada de lo anterior tiene que ver con el desenlace que los campechanos han esperado por años y que están por consumar, ese donde se vengan del joderladrón más aborrecido de nuestra historia finalizando la era de poder del PRI.

Besitos.

Tantán.