A su llegada al gobierno del estado, Alito prometió construir el mejor Campeche de todos los tiempos.
Cuatro años después, cuando dejó la gubernatura para irse al PRI, el saldo de su mandato era la continuidad de la destrucción institucional, el saqueo brutal, la negligencia transformada en programa de gobierno y un sinfín de maquetas carísimas, que si de un centro de convenciones, que si de un teleférico, que si de un estadio de fútbol, que si de un etcétera, hasta conformar un Campeche en miniatura, de juguete, con el que intentó compensar la infancia miserable que tuvo.
Y es que, ante todo, Alito es un prófugo de la honestidad, un mosquetero de la ineptitud y un atleta de la mitomanía, razones por las que su rastro está plagado de ruinas pero a cambio ha destacado en ese mundo plagado de forajidos que es la política nacional.
Ahora bien, desde hace unas semanas nuestro héroe se ha consumido en otra ocupación inútil, a saber: despotricar contra adanes, monreales, shitbaums, obradores y demás fauna guinda, a quienes acusa de narcos y a los que dice combatir con la verdad y la luz.
El nacimiento de esta efervescencia coincidió con una nueva solicitud de desafuero ingresada al legislativo nacional por la fiscalía anticorrupción de Campeche, ahora por el desvío de 80 millones de pesos, solicitud que los legisladores de la comisión pertinente están atendiendo, cuya resolución está cerca y, si tomamos en cuenta la desesperación de Alito, le será desfavorable.
De ahí que Calígula haya emprendido una serie de viajes a Washington donde, según él, se ha entrevistado con personajes encumbradísimos para señalar la vinculación de la cúpula morena con el narco. De esos viajes quedó un video donde se le ve en un restaurante hablando sólo.
Y además de lo anterior, Moreno ha ingresado cualquier cantidad de denuncias ante la PGR contra sus adversarios, denuncias que no tienen ninguna importancia pero que le dan la oportunidad de armar conferencias de prensa para alimentar su papel de opositor al régimen.
Pero no todos somos Pablito Angulo ni consumimos vodka de tamarindo. Tan obvio que da risa, el intento de contrarrestar el proceso de desafuero con la nueva personalidad de luchador social es un disparate que sólo Alito, inmune a sus propios disparates, cree.
Porque lo que pretende el priista es hackear la matrix para pasarse en limpio, resetearnos el cassette para borrar de nuestra memoria su biografía delincuencial y colocar en su lugar un nuevo personaje: el contrincante incorruptible de la cuatro te, el vengador justiciero de los derechairos, el desodorante de Noroña, y esa proeza está mucho muy lejos de la capacidad del vándalo campechano.
Llego aquí al final de mi texto. Se impone por tanto una referencia que reúna los extremos, por ejemplo: “Alito cree estar construyendo el mejor opositor de todos los tiempos, pero los demás sólo vemos a una rata paranoica que nos cree imbéciles”.
O algo así.
La verdad es que ante la falta de ideas para cerrar este artículo con cierta dignidad, se me hace que mejor voy a dejarlos con una imagen bastante chafa: hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, Alito es el pantano.
Besitos,
Tantán.

Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
