El jueves pasado, nuestro goberladrón asistió a Villahermosa al reconocimiento que el Tabasco Hoy entregó a Cuauhtémoc Cárdenas, regresó al recibimiento a Enrique Peña Nieto, que vino a despedirse con una auscultación minuciosa de su gran obra en Campeche: los implantes mamarios de nuestro Supremo Idiota (ver foto), y además a supervisar el final de los trabajos de parto de la Avenida Costera, feliz madre de decenas de topes saludables y muy hermosos. Alito también estuvo presente en el último informe de Velasco en Chiapas, que acabó en un tiradero de gas lacrimógeno. Ha ido y venido tantas veces de Toluca que los instrumentos de navegación son innecesarios, los pilotos se guían por el rastro de botox en el aire. Han sido días frenéticos de innumerables viajes en avión rentado que los campechanos pagamos, me dicen, a razón de 3 mil 500 dólares la hora.
Mientras tanto, durante el gobierno de Alito Moreno la deuda pública del estado se disparó en 168 por ciento: llegó a 2 mil 175 millones de pesos en septiembre de este año; el gasto en comunicación social también se aceleró y roza ya los mil 700 millones de pesos, y lo peor es que la hemorragia empeorará con la obsesión por huir de su fracaso campechano hacia la dirigencia nacional del PRI, sobre todo porque la peregrinación se le está dificultando.
En una confesión a sus amigos, Alito reveló que Gamboa Patrón lo tiene bloqueado, entre otras cosas porque en la asamblea del tricolor del 10 de agosto de 2017, celebrada en Campeche, empujó la reforma antichapulines y humilló al yucateco, que junto con Manlio había hecho del salto frecuente una disciplina a la altura del Cirque Du Soleil. Y para depurar la burla, Alito circuló entre sus cuates un mensaje vía Whatsapp que decía: “Me chingué a los viejitos”; por supuesto, la canallada llegó a los directamente afectados.
Pero, y aquí viene un motivo para sentirnos orgullosos de la campechanidá triunfadora, nuestro Supremo afirmó que a fin de cuentas Gamboa será derrotado porque para comprar la dirigencia nacional del PRI tiene 150 millones de pesos (y se palmeó los bolsillos), y si hacen falta más los pone, qué caraxo, pero lo que no está en duda es que don Emilio se la peletier (galicismo que significa: me la verá durmiendo). Moraleja para los eternos cangrejos campechanos de la cubeta: todo se puede con el esfuerzo de un pueblo que sólo pide maquetas para ser feliz.
Alito vuela.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.