Más datos para felicitarnos por el semáforo amarillo.
Hace unos días les comenté que en una clínica del IMSS no llenaban los formatos epidemiológicos de los fallecidos. Aunque hubieran presentado síntomas de covid, no les hacían pruebas ni merecían un papel con el recuento de sus padecimientos, simplemente se iban sin pasar por las estadísticas.
Ahora hay otro problema. Reportan desabasto de certificados de defunción en los hospitales y, por tanto, hay muertos sin enterrar porque sus deudos no pueden completar el trámite. Sin certificado no hay hueco ni bóveda en el cementerio. Los documentos se acabaron y no hubo reposición, les dicen.
Los deudos comentan que quienes no tienen conflicto para hacerse del certificado son los que contratan los servicios de alguna funeraria, cuyo personal consigue fácilmente los papeles, o quienes recurren a un médico particular pero no a todos les alcanza el dinero, la situación económica esta dura.
Pregunté a una autoridad de Salud y me dio otra versión: confirmó el desabasto de certificados pero aseguró que es un problema nacional que aquí en Campeche se ha solventado poco a poco. Alegó que en los hospitales locales quienes lo han solicitado han sido atendidos.
Además, dice, hay otra complicación: para expedir el certificado de defunción los médicos deben tener una constancia que se obtiene aprobando un curso en linea; se les ha invitado vía oficio para tomar ese curso pero la respuesta de los médicos ha sido mínima, por tanto, pocos están facultados legalmente para efectuar el trámite.
Formatos epidemiológicos sin llenar, pocas pruebas, certificados agotados. Sabrá dios cuántos muertos por covid sin registro oficial se necesitaron para que nos distinguieran con el color amarillo en el semáforo fatal.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.