Lo que sucedió ayer en el Congreso de la Unión fue señal de que los ladridos están sujetos a rectificación, pero el IEPS es inamovible.
Los diputados del PRI, PAN, PRD y etcétera, impulsores en una época no muy lejana de las Reformas Estructurales, entre ellas la Fiscal y la Energética que afianzaron los gasolinazos nacidos del matrimonio entre la Conago y Felipe Calderón, se convirtieron en sucursal de los espartanos de las Termópilas peleando por eliminar lo que ellos mismos aprobaron.
Pero el malvado rey Peje y su aplanadora los masacraron y aprobaron aquello que, en épocas no muy lejanas, rechazaron.
Después de este encontronazo los mexicanos quedamos igual que “endenantes”: el costo de los combustibles no sólo no decrecerá sino que nos llevamos de regalo un incremento (gasolinazo) de hasta 3.44 por ciento para el próximo año, según el presupuesto 2019 presentado por La Cuarta.
El discurso de AMLO y compañía ha cambiado: si durante el sexenio anterior pedían la eliminación inmediata del IEPS porque golpeaba severamente la economía de las familias, ahora lo condicionan a la construcción y rehabilitación de refinerías, argumento que NUNCA ANTES esgrimieron, y prometen que en tres años la baja de precios será una realidad. No lo dudo.
Claro que en tres años los precios disminuirán, CON O SIN REFINERÍAS, porque estaremos en etapa electoral y con ese golpe estratégico más el uso de los programas clientelares AMLO mantendrá el control absoluto de la cámara de diputados, y además, con los expedientes criminales de los goberladrones en la mano y el poder judicial a su servicio, su partido ganará las entidades en juego.
En tanto arribamos a ese tiempo feliz, los mexicanos permaneceremos purgando dos penitencias: los ahora llamados Ajustes Inflacionarios, antes gasolinazos, que, como decía el AMLO candidato, afectan a las familias, y la dolorosa experiencia de ver cómo los legisladores cambian el tono de los ladridos pero mantienen el hábito de destinar sus mordidas más feroces a las víctimas de siempre: nosotros.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.