En quince días los niños campechanos podrán tomar el caminito de la escuela, insinuó Esteban Moctezuma, empleado de Ricardo Salinas Pliego y también secretario de Educación. Cuidado con eso.
Campeche trae un paso ejemplar en el combate contra la pandemia, pero esa realidad está restringida al mundo paralelo del gobierno y sus artificios estadísticos. En la realidad que nos corresponde a usted y a mí la cosa es diametralmente distinta.
Fue aquí donde ocultaron el primer caso de covid para que se efectuara el IronMan, y una semana después lo reetiquetaron en #CiudaddelCarmen para arrimarle kilómetros a la imprudencia de Aysa al favorecer a empresarios locales a pesar del riesgo epidemiológico.
Aquí, como en el resto del país, por lo general se hacen muy pocas pruebas a los que llegan a los hospitales con todos los síntomas del bicho y a los que mueren por afecciones ligadas a él. En los certificados de defunción, cuando hay, es común que registren como causa del deceso aquello que beneficie la fábula del ejecutivo estatal.
Por su parte, la gente sabe que los hospitales, que Alito dejó inservibles, son rastros públicos, que llegar ahí es perder el tiempo, que internarse incrementa las posibilidades de morir y la crueldad con la que te mueres, y que una vez ido puede tocarte la de malas: que el sistema te elija como la defunción covid oficial del día, y entonces tus familiares jamás estarán seguros de que las cenizas que tiraron al río respetando tu última voluntad son en verdad tuyas y no las de alguien que quería permanecer en tierra firme.
Mejor rifársela en casa contra el virus, qué caraxo, y de perder la pelea que un médico particular asiente que fue el sereno el que te aniquiló para evadir la incineración y merecer el velorio, el entierro y la novena con sus tamales y el arroz con leche.
No obstante la adulteración de los datos oficiales, basados nomás en la mentira gubernamental, la catástrofe es tremenda. Entre el 15 de marzo y el 1 de agosto, Campeche fue una de las entidades que presentó más muertes de las esperadas, y sólo en la semana del 12 al 18 de julio el número se fue a un brutal 323.4 por ciento, el mayor del país.
Nadie sabe ya cuál es el tamaño real de la desgracia. Sólo tenemos más o menos claro que, de acuerdo a lo dicho por Gatell sobre el modelo Centinela, las casi 80 mil bajas oficiales contabilizadas debemos multiplicarlas por tres; el resultado es de aproximadamente 240 mil muertos por la pandemia que hace meses AMLO declaró domada.
Así las cosas, el posible regreso a clases en Campeche es jugar una ruleta rusa con el tambor lleno, pero depende de los ciudadanos si juegan o no. No sé qué decisión tomará Aysa, pero después del IronMan lo más probable es un disparate senil. Mejor continúen guardados y no arriesguen a sus hijos, que como hemos comprobado infinidad de veces en estos últimos meses, el bicho es letal pero la burocracia es homicida.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
