“Claudia, si las cosas no son genuinas, se te pueden voltear”, dijo la periodista Carolina Rocha en entrevista con Julio Astillero, ese que fue ejemplo de periodismo crítico en otros sexenios y ahora es la versión jipiteca de Lord Molécula.
La Rocha se refería al informe de #EsClaudia Shitbaum, al que asistieron burócratas y acarreados que a cambio de mantener la chamba, más torta y jugo, ejecutaron la “ola” y gritaron “presidenta, presidenta” bajo la dirección de un equipo de propaganda, como consta en el video del diario Reforma.
Y sí, en el evento predominó el entusiasmo sintético, pero no había de otra, señora Rocha. Para tolerar la presencia de Claudia se requieren antidepresivos. Sin la ayuda de expertos en la fabricación de desenfrenos masivos el informe hubiera sido como un OnlyFans del Tata Martino.
Y sí, también es cierto que recurrir a la edición para suplantar la autenticidad puede revertírsele a la Shitbaum, pero la neta es que tampoco la presionan mucho sus contendientes y eso le da chance de ensayar trampas de laboratorio.
Ebrard está en la lona: su gobierno construyó la Línea 12, Amlo lo rumia pero no lo traga porque desconfía de su lealtad cuando lo suceda en el cargo, y para colmo Marcelo tampoco le encuentra el modo a estos tiempos: fue al sepelio de la reina Isabel y se tomó un selfie junto al féretro para reventar las redes, y las reventó en su contra. Se convirtió en una nueva forma de vida en el ciberespacio: el influencer macabro.
Y Adán Augusto no sólo es ese engendro de tus pesadillas que te envió al psicólogo, también es un huachicolero de gran prestigio entre la comunidad de saqueadores de hidrocarburos e integrante del CJNG, según investigación de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) revelada por el grupo Guacamaya. Si la nación todavía no se ha ido a la m13rd4, esos atributos serían suficientes para eliminarlo de cualquier aspiración presidencial.
Con esa competencia es casi un hecho que Claudia será la candidata y que necesita con urgencia encontrar una fórmula para seducir al elector ajeno a la feligresía chaira, esos 15 millones que se sumaron a Obrador en el 2018 y le ayudaron a obtener 30 millones de votos, pero que ya no están muy convencidos de la 4T.
Por eso la Shitbaum contrató a un asesor español, Antoni Gutiérrez-Rubí, para experimentar con el carisma de probeta, y por eso le paga un millón de euros mensuales (veinte millones de pesos), según el diario El País, o 400 mil pesos repartidos en 7 meses, según la propia jefa de gobierno. Veremos si el tipo la salva de sí misma.
Pero el drama de Claudia, con todo y que es una reedición cruel de aquellos tiempos de tecnócratas priistas en campaña, los de la risa que era rictus, el infaltable beso al bebé y la inmersión en el caldo agrio del apapacho popular, ese drama es nada comparado con el nuestro, el de los que no somos pueblo del bienestar sino solamente ciudadanos.
No tenemos una opción medianamente viable en los opositores (es un decir), donde la putrefacción de los dirigentes partidistas ha aniquilado todo, y de los candidatos de Amlo sabemos lo que cualquiera que no se empeñe en ponerse el velo del fanatismo y la ideología: la caballada es en realidad una plaga de ratas disfrazadas de ponis.
Todo parece indicar que la continuidad de la 4T se deberá a un fenómeno electoral contrario a la fiesta cívica que la llevó al poder: el abstencionismo brutal de una sociedad, señora Rocha, genuinamente desesperanzada.
Besitos sombríos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
