Me informan desde el penal de Kobén que ya hay casos confirmados de Covid-19. Seis al parecer: cinco personas privadas de la libertad (PPLs) y un guardia. Por lo anterior, la directora anunció que se cancelan las visitas por tiempo indefinido, me comentan. Todo bien hasta aquí.
El problema radica en que los enfermos fueron confinados en el área conyugal con la advertencia, me dicen, de que aunque entren en agonía no serán trasladados al hospital ni existe en el penal equipo para atenderlos.
Entiendo que una vez contraído el virus sólo queda el aislamiento y el paracetamol para no esparcir la enfermedad y sobrellevar las penas, pero si la crisis empeora es necesario aplicar cuidados más complejos.
Negar esos cuidados atenta contra los derechos humanos y representa otra prueba de la deshumanización del gobierno campechano, que donde sea que mete la mano, lo hace de la peor forma. Esta insensibilidad ya cobró la vida de un empleado en el ISSSTE, tiene a los trabajadores de Salud en riesgo permanente por la falta de equipo para protegerse del Covid, y ahora condena a los inquilinos de Kobén a morirse sin atención médica mientras el goberladrón Aysa, sus adláteres y familias tienen a disposición material de uso exclusivamente hospitalario para cuidarse del virus que vino de Asia.
Y antes de que aparezca alguien con el rebuzno de que los encarcelados deben morir porque son escoria y etcétera, les advierto: los integrantes del gobierno aplican la misma deshumanización para todos, buenos y no tan buenos, en tanto ellos se regalan todos los privilegios. Alito mandó equipar todo un piso para que naciera su hijo mientras en otras zonas del mismo hospital, apenas a unos metros de distancia, no había ni jarabe para la tos y los pacientes hervían en su propio caldo porque el aire acondicionado era un recuerdo remoto.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.