Día 46. Sigo encarcelado por orden del gobernador Alejandro Moreno Cárdenas.
El elector champotonero aborrece dos cosas por igual: el voto útil y al PRI. El resultado es paradójico: en cada elección el sufragio mayoritario pertenece a la oposición pero, dividido entre dos o más candidatos, se diluye y permite aquello que pretende combatir: el triunfo del tricolor y la perpetuación del saqueo.
En la puesta en escena 2018, los favoritos de la mayoría son el doctor Lira por el PAN y el profesor Manuel Navarro por Morena, dos hombres buenos cuyos problemas inician en sus propios partidos.
El doctor Lira ha logrado unir a Acción Nacional y esa es una hazaña. Pero él sabe que los champotoneros ven con recelo a ese instituto político que en los últimos años ha sido en santuario de la traición, los golpes bajos y las obsesiones plurinominales. No por nada la candidatura al municipio era la manzana radioactiva de la que todo mundo huía.
En ese tren se montó el médico y hasta ahora le ha ido bien. Parece que lo que el PAN necesitaba era un veterinario. Transitó por el reparto de regidurías pluris como faquir sobre carbones encendidos y ahora sólo le resta elevar plegarias para que Yolanda Valladares no sienta perdidas sus esperanzas senatoriales y en consecuencia, organice una venta de garage en el cuarto piso.
El profesor Manuel Navarro debió ser nombrado candidato de Morena desde hace meses. Luchó por eso. Pero en la franquicia que doña Layda ha prostituido con inusitado frenesí suceden cosas raras y un buen día bajaron a Navarro por aclamación del PT y el PES, mini partido que iban en coalición con Morena pero pertenecen a Moreno (Cárdenas). Luego de muchos tropiezos, el profesor regresó como candidato pero desperdició tiempo precioso que ahora le hará falta para construir su base de apoyo, que le urge.
Porque los problemas de Morena en mi pueblo son su inexistente estructura y la falta de dinero, la primera porque no le interesa a Layda y lo segundo porque le interesa en demasía a Layda. Sin esos dos elementos, Manuel está indefenso ante los poderes maléficos del PRI, y si bien el poder de convocatoria del Peje es impresionante, mucho me temo que no es milagroso: él mismo ha sido dos veces víctima del sistema.
Además del peso de las siglas que cada uno carga, los problemas para el médico y el profesor empeoran con la noche cíclica del voto diferenciado. La fatalidad los ha condenado a neutralizarse mutuamente porque para que uno gane necesita de los votos del otro, conflicto que acaba siempre favoreciendo al PRI.
Tal vez exista una forma de escapar de ese destino sombrío para Lira y Navarro: un frente común entre PAN y Morena para defenderse del fraude electoral, ese fenómeno consustancial al priismo. Pero ese tipo de negociaciones no florecen en mi tierra, donde siempre es preferible la derrota al acuerdo y la civilidad.
Así las cosas, preparémonos para la continuidad del PRI y el regreso del ex alcalde José Luis Arjona, el mismo que, entre otras barbaridades, nos dejó nueve meses sin agua potable y en ese lapso inauguró un parque acuático (que nunca ha funcionado); y detrás de Arjona, Alito, y sobre él no me extiendo porque todo mundo sabe de qué maqueta cojea. Pobre Champotón.
Be…
Ah, perdón, olvidé algo: que el candidato del PRI es Daniel León, dicen.
Ahora sí: Besitos que son un bloque opositor.
Tantán.
Postdata: Gracias por la cherna, Ocho.
#BestiometroNoSeCalla
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.