Día 31. Sigo en la cárcel por orden del gobernador campechano Alejandro Moreno Cárdenas.
Una de las bendiciones de estar en la cárcel de Kobén privado ilegalmente de mi libertad, es que me reencontré con un sabor de mi infancia, un pescado frito como aquel que vendía don Manuel Ancona y que mi papá llevaba a casa.
Ojalá que ustedes que están allá afuera, privados por su propio deseo de su libertad de opinar, de protestar, de crecer, de exigir un trato de ciudadanos y no de vasallos, de trabajar para rescatar Campeche de sus secuestradores y explotadores, encuentren en su presidio el sabor de la nostalgia que he hallado en el lugar menos imaginado.
Besitos de pescado.
Tantán.
#BestiometroNoSeCalla
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.