Puedo anunciar ya que el mito Peña Nieto, embuste genial creado por Televisa, ha dejado su lugar al precandidato Peña Nieto, político de medio pelo que ahora tendrá que disputarle la candidatura del PRI a Manlio Fabio Beltrones, un mamífero dientes de sable con hábitos sicilianos, y a Beatriz Paredes, cuyos atuendos parecen inspirados en imágenes microscópicas de un chile en nogada pero en realidad son el escondite perfecto de un gigantesco arsenal .
Supongo que a estas alturas estarán al tanto de lo esencial: Peña Nieto gastó 100 millones de pesos en un circo de varias pistas llamado Quinto Informe, eso fue el domingo 5 de septiembre; ahí se lanzó contra las candidaturas comunes porque, dijo, desvirtúan la democracia y sólo reflejan la búsqueda del poder por el poder mismo. Su aversión es comprensible: apostó mucho al triunfo del PRI en las elecciones del 4 de julio pasado en los estados donde el PAN y el PRD unieron fuerzas, y su derrota fue abrumadora: Puebla, Oaxaca y Sinaloa quedaron en manos del híbrido amarillo-azul y de esa forma se restableció cierto equilibrio electoral en el país.
Al día siguiente, en el noticiero estelar de Televisa, mientras López Dóriga se afanaba en darle frentazos en el ombligo, Peña Nieto insistió en desacreditar las candidaturas comunes pero aseguró que nada haría para impedirlas. Famosas últimas palabras.
Después de haber dicho lo que dijo, contradiciéndose, destazándose la lengua, escupiendo contra el viento, Peña Nieto envió ayer al Verde Ecologista, partido famoso por su moral prostibularia, a presentar una iniciativa contra las candidaturas comunes en el Estado de México, que hoy fue aprobada por mayoría aplastante de 52 votos contra 21 con el entusiasta respaldo de los priistas, misiles dirigidos por un copete remoto.
Por sentido común, por amor al prójimo y a mí mismo, voy a establecer las caballadas que no entiendo del gobernador mexiquense:
No entiendo la poca importancia que otorga a la memoria colectiva, al despreciar hoy las candidaturas comunes cuando hace 5 años llegó al gobierno de su entidad impulsado por su partido y el Verde Ecologista.
No entiendo por qué no honró su prestigio autoritario sin hacer pública su animadversión, si el tiro de gracia en el Legislativo estaba seguro con Verdes y Rojos actuando como sicarios. Es más, por qué no recurrió al cinismo que tan buenos resultados dio a Salinas, su amigo, y al tiempo que fingía agrado por las alianzas partidistas que salvaguardan la buena salud de la democracia, adiestraba a los Ecologistas para encajar la puñalada trapera.
Entiendo que no podamos pedirle a Peña Nieto integridad y decencia, es político y los políticos no conocen esos atributos, pero no entiendo la razón por la que no actuó como un perfecto cabrón, cualidad imprescindible en el oficio terrible que desempeña.
Lo que sí entiendo es el resultado de este error. El cálculo y la inmoralidad política fueron eclipsados por el miedo de Peña Nieto, y como el miedo es más propio de los hombres de carne, hueso y gel que de los seres míticos, el trabajo de Televisa se fue al caraxo. El hombre que la televisora vistió con ropajes de estadista triunfador se transformó en stripper apenas aparecieron las primeras dificultades, y ahora, en pelotas y a ras de suelo, lo aguardan Manlio y Beatriz, forajidos temibles que gustan resolver las cosas como Dios manda: en una sangrienta pendencia callejera.
La verdad es relativa, sólo la neta es absoluta.
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Escrito Por
Bestiómetro
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
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