Cuando candidata, Layda adulaba al pueblo, le decía bueno y sabio, el que quita y pone, con él todo y sin él nada, y demás cantos de amor eterno.
Pero ungida goberladrona, Layda cambió dramáticamente su percepción del pueblo, que ahora es un amasijo de idiotas fácilmente manipulable con fines perversos, y algo peor: el pueblo se prostituye, su reclamo se vende, si marcha es porque le pagaron, por eso Moreira llegó con maletas de dinero, dijo Layda.
Y no, nadie puede refutarle nada a la Sansores que sabe todos los secretos de las peloteras teledirigidas, no en vano armó 123 marchas según reveló ella misma.
A confesión de parte, relevo de pruebas: 123 veces la jaguara y su fanaticada se prostitu… no, mejor digamos que vendieron caro su amor, aventureras, aventureros, aventureres.
En conclusión, en su etapa opositora el laydismo fue un burdel portátil administrado por una madame sintética.
Así las cosas, que nadie cuente cuentos sobre marchas espontáneas, que nuestra Remolacha lunática conoce el juego sucio y sus tarifas; es más: la doña ya descubrió qué mano viste botargas en carnaval, arrea feministas el 8M y desata otras tempestades: es Eliseo, el karateka frenético que estudia en Harvardtitlán o en Oxforditzá, no recuerdo con precisión.
Lo que sigue es fácil de imaginar: correr a Marcela sería premiar al principal enemigo del jaguar, EliBb, y por eso Marce no, no y no se va.
Ahora bien, los que hemos participado en las caminatas habitamos otra realidad, lo que nos mueve es un enojo inmenso contra Marcela y sus michoacanos de grueso calibre que llegaron para desaparecer el Campeche tranquilo y darnos a cambio ejecuciones, sicarios en motocicleta, cobro de derecho de piso, extorsiones y el sangriento etcétera que abarca todas las formas de la violencia.
Dicho de otra forma, porque sabemos que Marce es la avanzada del crimen organizado que viene por nosotros, marchamos; es la rebelión de quienes no queremos ser parte del narco-Bienestar de Amlo. Eso es todo.
Pero entre la ira de los campechanos que tomamos las calles porque aborrecemos a Marcela y el diagnóstico fallido de Layda, se establece una paradoja con réditos electorales:
Con tal de no entregar la cabeza de Marce a su peor enemigo, Eliseo, Layda está emperrada en mantenerla como su narca preferida y Secretaria de Seguridad, pero esa terquedad, a su vez, fortalece a la oposición y el voto de castigo contra Morena, y el principal beneficiario de esa furia colectiva es… Eliseo.
Layda, mi niña: si ya ni renunciando a Marcela sales ilesa de la trampa en que te metiste, es porque sin ayuda de nadie, solita con tu mala cabeza, construiste un balero en el que eres, al mismo tiempo, el barril, el palo, el hilito y la única jugadora.
Besitos que aplauden los capiruchos,
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
