Del diario de un consejero priista:
Ayer sábado los consejeros políticos del PRI campechano nos reunimos para determinar cuál sería el método para elegir a nuestro próximo presidente estatal, Miguel Sulub.
Por unanimidad, faltaba más, nos decidimos por la Asamblea de Consejeros, lo que significa que nos reuniremos otra vez en unos cuantos días y designaremos a Miguelito Sulub para que nos guíe con mano firme y timón certero (¡oh, maestro Ruiz Cortines!) rumbo al 2012.
Calma, que no todo es tan simple como parece. La elección del nuevo presidente estatal del partido conlleva múltiples riesgos, bien lo sabemos, porque los priistas nos caracterizamos por ser rebeldes y críticos; por eso fue necesario que eligiéramos también una nueva presidenta de Procesos Internos, doña Margarita Alfaro, quien vigilará que la elección de Miguel Sulub se realice con apego a la democracia interna que ha impulsado, impulsa y seguirá impulsando don Fernando Ortega, que en cuestiones partidistas no es un priista más pero tampoco un priista menos, sino un justo y solidario priista.
Los emisarios del pesimismo, los portavoces del caos, los corre-ve-y-dile del absurdo, los americanistas y algunas otras especies radioactivas han insinuado que don Fernando Ortega fue quien decidió que Miguel Sulub sea el nuevo presidente estatal del PRI y doña Margarita Alfaro su recia comparsa. Nada más falso y a las pruebas me remito: en el momento de la reunión del Consejo Político, cuando uno a uno los priistas distinguidos hacíamos valer nuestra personal decisión, don Fernando se encontraba muy lejos, en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, España. Pero hemos sabido desde siempre que la malicia de nuestros adversarios no conoce límites.
En fin, compañeros de partido, ya sólo queda esperar unos cuantos días para celebrar la Asamblea de Consejeros, llevar hasta las últimas consecuencias nuestras convicciones y festejar el ungimiento democrático, laico y gratuito de quien es ya, de facto, el presidente estatal del PRI, Miguel Sulub.
Post scriptum: un descastado se atrevió a decirme que los priistas no cambiaríamos nunca, carajo, y que ni las formas guardamos porque Miguelito, nuestro líder, andaba feliz de la vida por la reunión del Consejo repartiendo abrazos y besos a todo mundo, mientras lo escoltaban dos camarógrafos y varias personalidades de primer nivel del gobierno estatal. Lo dicho: la infamia no conoce límites.
Post scriptum 2: por el enojo, no alcancé a escribir mi respuesta al bellaco que insultó las sanas costumbres priistas. Le dije que no por haber sido don Fernando quien descubrió las innumerables aptitudes de Miguelito, aptitudes que de inmediato fueron percibidas también por el resto del gabinete, por nosotros, por los camarógrafos y hasta por las líderes; no por eso, les decía, deja de ser realidad que no hay mejor elemento en nuestras filas para llevarnos a feliz término en el 2012 que Miguelito Sulub. Ahora que la escribo me doy cuenta que mi respuesta era irrefutable, tal vez por eso el descastado se encabronó y me gritó: “¡Lamehuevos!”
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.