Hoy, 6 de julio, despierto con una duda existencial que ni Hamlet: ¿qué harán los Mouriño con Mario Ávila? Como en mí habita una especie de buscador Google, doy algunas opciones:
1.- Echarle gasolina (litros incompletos, por supuesto) y prenderle fuego.
2.- Desplumarlo y hacerlo en mole.
3.- “Photoshopearlo” y venderlo como la versión transexual de la Malinche.
4.- Llevarlo como masajista sustituto del Celta de Vigo (el masajista en jefe sería PANchito).
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.