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¿Dónde meterse el chip? Parte dos.

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Para los políticos sólo hay dos campeches: el de tiempos electorales que es el de la gente cálida y trabajadora comprometida con su entidad y el que detestan una vez que llegan al poder, el de la gente floja, bruta y anacrónica. A este último es al que quiso redimir Claudio Cetina con sus caballadas de portador de la modernidad pero se brincó un detalle fundamental: el buen chip por su casa empieza.
Fallida por las mismas razones que dice combatir, como vimos en la primera parte, la campaña también tronó por asumir un reduccionismo patético. Para comenzar, hay más cosas en Campeche que las que proyecta el monitor en blanco y negro de Claudio, y para terminar, creer que ellos, los alitolovers, son el destello en la oscuridad es una lactancia, esa sí, monumental.
De la calidez campechana pueden hablarnos los taxistas protegidos por Tongolele Salomón; de la brutalidad, la ingeniería con la que los G. Curi amontonaron peso tras peso durante su rebatiña de tres sexenios o el saqueo de Alito y sus huestes que incluye pintarlo todo a todas horas y comprarle la pintura ¿a Claudio?; de la flojera, el sacrificio cotidiano de quienes tienen que encontrar su manutención fuera de la generosa nómina del gobierno; del anacronismo, una fiestecita de adolescentes o las masacres en esa zona del estado de las que ningún medio habla, putería y sangre que nos convierten en contemporáneos de todas las tragedias.
Como ejemplo del compromiso con Campeche tenemos los 380 millones de pesos tirados por Alito en autopromoción entre enero y septiembre de este año, que representa 10 veces lo destinado a protección ambiental, 50 por ciento más que lo invertido en actividades agropecuarias, silvicultura y pesca, 40 veces el gasto en transporte y 4 veces lo erogado en Turismo.* Y en sintonía con el compromiso del Supremo está la plebe burocrática que conoce la catástrofe y colabora gustosamente con ella a cambio de su quincena.
Fue a ese Campeche del poder y sus perdiciones al que Claudio debió exorcizar con sus rameadas de autoayuda y baños de chip, pero prefirió lanzarse contra las víctimas y el tiro le salió por donde el erotismo se transforma en pornografía. El Movimiento Juvenil Cero Tolerancia a la Corrupción tomó el procesador, lo sancochó en las pruebas de los descalabros y excesos que crecen en grande y lo dejó hecho fiambre.
El acierto más grande del Movimiento fue de una simpleza pasmosa: a los números felices, los selfies y el bombardeo propagandístico, al ridículo afán de protagonismo del serrallo de Alito, se enfrentaron unos jóvenes desconocidos que nos platicaron de las cifras del naufragio y le pusieron rostro, nombre y apellido. Con eso elevaron a estrellas del video la deuda y las maquetas, unidas, que jamás serán construidas de Moreno Cárdenas, la beatífica ineptitud de Álvaro Arceo y su sistema de Salud en que no hay ni algodones, el desfalco de Berzunza en Sedeco.
Y una vez demostrado que la incompetencia y la voracidad han sido santo y seña de estos dos años, el turno fue del campenauta que, según Claudio, tiene una plasta de arcilla en la cabeza, pero que también posee un arma poderosa para vengarse de las afrentas de juniors mamilas: el dedo en el mouse.
Durante días, el rencor social contra la desfachatez de los alitolovers se hizo catarata de “likes” y shares”, la forma perfecta de recordarle a Cetina que al cojear de la misma pata no está para dictar cátedras de ninguna índole. Fue la furiosa y justificada reacción del vulgo contra las ratas que se sienten unicornios.
El resultado es que desde entonces, cada vez que aparece el chip en escena, la imaginación nos lleva a esos muchachos que dato a dato, nombre a nombre, dejaron este gobierno apestoso a malecón campechano.
El jueves finalizo con esta salsa de chipotle. Incluyo plagio.
Besitos.
Tantán.
* Investigación de Daniel Sánchez publicada en Página 66.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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