El 12 de marzo, tres días antes del IronMan, el gobierno tuvo conocimiento del primer caso de covid en la entidad, pero lo ocultó. Diez días después, el 22, Salud estatal anunció por fin el caso inaugural y lo ubicaron en Carmen, por supuesto, lejos de la capital, del IronMan y de cualquier sospecha.
Aysa nos puso en riesgo a todos para beneficiar a unos cuantos empresarios, continuando una de las tradiciones ancestrales de Campeche.
La responsable de manipular los datos para ajustarlos los intereses de Aysa fue la secretaría de Salud de la comarca, que al mismo tiempo es la que aporta a la Secretaría de Salud federal los números sobre casos positivos y ocupación hospitalaria, indicadores que determinan el color que nos corresponde en el semáforo epidemiológico.
Hace dos semanas, la federación nos distinguió como el primer estado en alcanzar el color amarillo, lo que nos coloca con un pie fuera de la emergencia por covid. Esta buena noticia coincidió con las festividades de Aysa por su informe de gobierno y el inicio de las comparecencias de sus secretarios, entre ellos Armentía y el sobrino de Alito, que pretenden ser candidatos al gobierno del estado por el PRI.
Sobrevendrá un rebrote como consecuencia de la participación entusiasta de la Secretaría de Salud en los fuegos artificiales del 7 de agosto, día del gobernador, cuya magnitud real nunca conoceremos. Tus contagios y los míos, nuestros muertos, han sido y serán tragedias fragmentarias cuya legitimidad oficial está condicionada al interés político y empresarial de Aysa y su partido.
Estamos en manos de un demente capaz de ignorar la tragedia colectiva causada por una pandemia histórica para vanagloriarse de sus falsificaciones numéricas y las líneas descendentes que dibujan en una gráfica. Así las cosas, por favor seamos responsables: cuidémonos del virus y, sobre todo, cuidémonos de nuestro gobierno; el primero es letal, el segundo es homicida.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.