En un Oxxo por Pablo García.
El fiscal y su amante pelean. Testigos presenciales aseguran que ella le reclama ferozmente intimidades de pareja y el fiscal se defiende con las cantaletas de siempre: fue suicidio, fue autorrobo, Campeche es la entidad más segura y Alito no es el mataperros, pero la mujer no le cree. La discusión arrecia. Unos pepos pasan por ahí y ven. La noche es tranquila y a esa hora nadie se estaciona en línea amarilla, así que las posibilidades de sacar dinero a mordidas se reducen drásticamente, por tanto deciden investigar a los amantes peleoneros para checar qué tarascada pueden dar, pero al acercarse a la pareja uno de los guaruras del fiscal se interpone. Pepos y guarura discuten en tanto la mujer continúa su letanía:
Ya me cansé que no me acaricies ni con la mirada.
De ser en tu cama una tercera almohada.
De ver que el futuro se va haciendo flaco.
Y saber que la vida no es más que un rato.
Y sentirme mujer porque lavo los platos…
Harto, el fiscal toma a la mujer de los hombros y la empuja salvajemente mientras berrea que los desaires que le reclama fueron hechos aislados. Los empujones ya son otra cosa para los pepos, porque a las mujeres sólo se les maltrata si son chiapanecas y afean el Centro Histórico, como ha ordenado el comandante Argáez, así que intentan detener al fiscal cuando de pronto se oye un disparo como un cañón. Un pepo cae en la acera. El guarura enfunda el arma y corre junto con la mujer y el fiscal hacia una camioneta.
Al día siguiente los medios difunden la noticia: los problemas maritales de un policía ministerial asignado a la protección del titular de la Fiscalía provocaron una balacera en un Oxxo ubicado por el monumento a Pablo García de la ciudad de Campeche. Los hechos serán investigados hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, afirmó el fiscal.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.