Si, como todo parece indicar, los internos de Kobén estaban avisados de la llegada de la policía y se armaron con piedras y palos para combatirla, el aviso tuvo que salir de los mandos policiacos encabezados por Marcela Muñoz.
Si los policías convocados no fueron advertidos de a dónde se dirigían, y además los despojaron de armas y otros implementos de protección, entonces es obvio que los llevaron al sacrificio, y la decisión tuvo que ser tomada por los mandos policiacos encabezados por Marcela.
Si las policías que fueron al frente del contingente que entró al penal iban sin armas, si llegaron inermes ante los internos y como resultado fueron agredidas, incluso sexualmente, la responsabilidad es de los mandos policiacos encabezados por Marcela Muñoz.
Es extraño también que el operativo haya sido, según la Secretaría de Seguridad, para trasladar a ocho internos, uno de ellos Samuel “N”, presunto asesino de mi amigo Sergio Novelo, a quien llevaron al penal de Michoacán.
Recordemos algo: en una primera comparecencia, Samuel aceptó su culpabilidad y afirmó haber sido instruido por Eliseo, pero en las siguientes se negó a ratificar esa declaración bajo el argumento de que había confesado mediante tortura.
Se llevaron a Samuel a Michoacán, según trascendió. ¿Para qué? No se sabe y tal vez buena parte de los campechanos no se enteren nunca, porque ese secuestro ha sido eclipsado por el escándalo mediático iniciado por el enojo de los policías vapuleados en el penal, escándalo al que después se ha sumado un sinfín de quejas de todo tipo hasta conformar una rebelión total de los pepos contra la prepotencia, la soberbia, la negligencia y la inmensa corrupción de Marcelita y sus parásitos chilangos.
La mejor policía de México no quiere a Marce. Ojalá el jaguar no se emperre en sostenerla.
Besitos que pedalean con la policía.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.