Los taxistas, violadores obsesivos de la ley de tránsito, intentan impedir la entrada de Uber en Campeche con un argumento que, viniendo de ellos, es una blasfemia: “Es ilegal”, dicen. ¡Al ladrón, al ladrón que conduce Uber!, gritan.
Los taxistas, que tratan a los usuarios con la misma violencia que Trump destina a los inmigrantes latinos, acusan a quienes están a favor de Uber de malinchistas. Su razonamiento es simple: cuando la prepotencia, la vulgaridad, la grosería nos la infringen ellos, que son tan mexicanos y tan campechanos como nosotros, nuestro deber patriótico es gozar el maltrato y pagarlo a tarifa variable.
Generalizar es malo. No creo que todos los taxistas sean pendencieros y ordinarios, pero la respuesta unánime en favor de Uber y el evidente desprecio de los usuarios a los rojos revela que el mal servicio va más allá de los casos aislados.
La delincuencia crece en grande en Campeche. Entre julio de 2015 y julio de 2016, los homicidios se incrementaron en 41%, el robo a vehículos en 264%, las violaciones en 107% y estamos 300% arriba de la media nacional en secuestros, según el Semáforo Delictivo. Todo esto ante la aparente inoperancia de la policía.
Pero a la hora de cazar Uber, los policías son perros de presa infalibles. Parecen Scotland Yard. Entonces sí hay capacidad para combatir a la delincuencia, lo que no existe es voluntad. Llegados a este punto, me da miedo preguntar por qué la miopía policiaca es selectiva. ¿Acaso tuvo razón la Salomé del Trópico cuando advirtió que Alito estába dispuesto a abrirle las puertas de Campeche al narco y sus diversas ramas criminales?
Todos sabemos de qué pata cojea Alito. Todos sabemos que su carrera la hizo a la sombra de la trampa, la mentira y la corrupción. Pero ahora nuestro gobernador besa la Ley y se ampara en ella para combatir a Uber. Como en el caso de los taxistas y la policía, a la Ley sólo se acude, y se hace respetar, cuando conviene.
El FUTV es un extraordinario negocio para Alito y un elemento indispensable en la operación del fraude electoral, y por tanto su gobierno va a defenderlo a muerte. La única Ley válida aquí es la imposición de los PRIvilegios de unos cuántos sobre los de la mayoría.
Para ser más claros: la protección de Alito al FUTV, monopolio prehistórico que teme a la lluvia y prefiere el calor de la hoguera al aire acondicionado, es una declaración de PRIncipios: ante la terquedad y los intereses del gobernador y sus ruleteros, los usuarios pueden irse, y en grande, al caraxo.
Esta vez, mis besitos viajan en Uber.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.