De repente, en uno de esos giros extraños que son el sello de la casa, en el Tribuna soltaron al obispo y prendieron a Rosiñol, y ese cambio de dirección de los mordiscos me tiene sumamente triste. Les cuento.
Desde hace algunos meses la familia Arceo, dueña de ese periódico, emprendió una guerra santa contra el obispo José Francisco González. En el centro de la comedia había una manzana polaca cuyo apellido es un exorcismo para la lengua. La historia alcanzó dos capítulos, pero primero los antecedentes.
Tiempo atrás, el obispo Ramón Castro negoció con el director de la Fray Angélico, Sebastián Korczak, que el dinero recaudado en la escuela no iría a la cuenta de la diócesis sino que se invertiría en ese centro educativo, y firmaron un convenio por 50 años. El polaco cumplió, me dicen. En la Fray hubo una mejora sustancial en infraestructura y calidad de la enseñanza.
Pero todo cambió con la llegada de don José Francisco, que llamó al polaco para cambiar los términos de la asociación y el destino del dinero. No más inversiones en la escuela, la lana iría directo a la diócesis.
El polaco comunicó esta decisión a los padres de familia, que se pusieron pirotécnicos y armaron una expedición a catedral para pedirle al obispo que se dejara de lactancias.
No lacte, padre, dijeron los paterfamilias; si lacto, respondió el obispo. Lactar o no lactar, he ahí la cuestión de desató el sensacional disparate entre Su Excelentísima y los Arceo y su Tribuna, que dedicaron varias primeras planas al tema.
La primera parte tuvo un desenlace predecible. Siendo la iglesia una institución jerárquica donde no se toleran indisciplinas, el polaco fue enviado a Varsovia, o a casa del caraxo, es lo mismo, y Tribuna perdió el primer round.
Pero los Arceo no aceptan desacatos en el reino que Alito les ha escriturado e iniciaron el segundo capítulo pegándole a la iglesia donde más le duele: en los casos de perversión sexual que son tan comunes entre los representantes de Cristo. Parece que los trajes de marinerito son lencería irresistible para el espíritu santo.
Tribuna pateó feo a don José Francisco: no lo bajaron de encubridor, pederasta, ladrón y a punto estuvieron de llamarlo americanista. El obispo reaccionó con un comunicado insustancial donde invitaba a orar por el derecho a no recuerdo qué, y una marcha en la que participaron alrededor de mil creyentes.
Pero, de pronto, los Arceo desistieron de los casos de retorcimiento sexual y encubrimiento que habían denunciado, y dedicaron sus afanes a Rosiñol por un terreno en Ciudad del Carmen que le fue regalado por el gobernador del Estado. Se trata, afirman, de una demostración de las componendas entre el excandidato panista y Purux, la prueba de que existen pasadizos oscuros en esa relación.
Es una acusación absurda. Bastaría con que Rosiñol preguntara quién construyó Chayitos, la escuela propiedad del director del periódico, para dejar en claro que entre franceses no se vale bañarse. Pero eso es harina de otro hot cake. Lo que me intriga es: ¿por qué los Arceo renunciaron al obispo para cazar una presa menor a la que sólo le queda jugar en la liga de Yolanda Valladares?
Posiblemente les sucedió lo que al Quijote y a Sancho: toparon con la iglesia, la sintieron venosa e indestructible, y huyeron. Es una teoría que no me creo mucho porque la soberbia es temeraria. Otra explicación es que los Arceo se enchilaron porque el terreno en Carmen no se lo regalaron a ellos. Igual no la trago. Construir no es lo suyo y no tiene el sutil y clandestino encanto del chayo.
Quizá quieran hacernos ver que entre Alito y Rosiñol no hay diferencia alguna: los dos son adictos a las mismas malas mañas. Eso suena tentador. O tal vez revivir la novela de la traición contra Moreno Cárdenas agregando una trepidante vuelta de tuerca es una forma de influir en la conformación del gabinete. Por último, a lo mejor los panistas estén en lo cierto cuando aseguran que se anularán las elecciones, y los Arceo y su diario están preparando el escenario por si el Tribunal ordena otro proceso electoral.
Cualquiera que sea el motivo por el que finalizó esta comedia, mi tristeza sigue ahí. Me duele que acabe el pleito entre estos dos animales antediluvianos, uno armado con rezos y otro con primeras planas, que nos enseñaron, una vez más, que cuando hay dinero de por medio a Dios y al César no les importa hacer el ridículo.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.