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Bestiometro

El perfecto ladrón (segunda parte)

 

 
 
Al día de hoy, el ayuntamiento de Champotón paga alrededor de 4 millones de pesos mensuales a 1200 empleados, pero cuando gobernó el socio de Alito, José Luis Arjona, el total de las diferentes nóminas que inventó alcanzó los 8 millones de pesos, aunque la plantilla de empleados sólo aumentó de 1200 a 1500 trabajadores.
Los 300 empleados “extras” que Arjona incrustó en el Ayuntamiento eran compromisos de “equipo”: líderes y amigos del alcalde y base de apoyo a la precandidatura de Alito, pero no justifican el incremento de 4 millones más a los que históricamente se ha pagado, sobre todo cuando la queja del alcalde era la falta de dinero para cumplir con sus obligaciones municipales.
La diferencia radicaba en los empleados virtuales, que no existen en la vida real pero sí en la brujería administrativa que, en contubernio con el banco, los incluía en nóminas ocultas y les asignaba tarjetas de débito.
Cada quincena, una brigada de lamepiés de Arjona iban a Campeche, Carmen, Escárcega y etcétera a retirar dinero en cuanto cajero Banamex encontraban a su paso. Si Juan de los Palotes tenía que retirar 300 mil pesos, sacaba 43 tarjetas pertenecientes a 43 personas que no respiran ni comen chicharrón, pero a las que el Ayuntamiento había depositado sus siete mil pesos de salario, y hacía los 43 retiros. Siete mil pesos por tarjeta no es una ocurrencia, es la cantidad máxima diaria que es posible retirar en un cajero.
De esta manera Arjona robaba 4 millones de pesos mensuales, monto en el que estaban contemplados los pagos extraordinarios a regidores, dinero para el alcalde y su séquito, y recursos para las aspiraciones del precandidato Alito que, gracias a la generosidad champotonera, iba por la entidad en suburbans blindadas, rodeado de guachomas, repartiendo regalos.
El momento cumbre de este despilfarro fue la fiesta de cumpleaños de Alito celebrada en Hecelchakán, en la que 5 mil personas se hartaron de comida y trago, aplaudieron la llegada espectacular de Moreno Cárdenas en helicóptero y gritaron ¡oles! cuando su héroe tanteó una vaquilla, mientras los champotoneros sufríamos de baches, falta de agua potable, oscuridad y una plaga letal de chikungunya.

Al finalizar su trienio, Arjona limpio la nómina; la dejo en los 1200 empleados y cuatro millones de pesos de siempre. Comprobarlo es fácil: basta con revisar el gasto del gobierno de José Luis para darnos cuenta del extraño incremento y decremento en el número y el pago de trabajadores. Fue un fraude burdo, pero las complicidades al más alto nivel, sobre todo ahora que Alito es gobernador, han mantenido enterrado este desastre.
Raúl Uribe no creció la fauna municipal ni el gasto en nómina porque, ahora, el robo lo ejecutan directamente sobre los trabajadores sabiendo que éstos, con tal de permanecer vegetando en oficinas, se callan lo que sea. Comenzaré por contarles el fraude en la “nómina de apoyo”.
En dicha nómina cobran 95 empleados. Los pagos van de 600 pesos a 1000 o 1200 pesos. En total, esos 95 “aviadores” le cuestan al municipio 138 mil pesos quincenales, pero el cheque para pagarles sale por 260 mil pesos. Ahí Raulito se embolsa 244 mil pesos al mes. La única explicación que ha dado sobre el asunto es que usa ese dinero para “pagar medios”.
Hasta el día de hoy, ocho meses después de tomar protesta como alcalde, Raulito no ha entregado un sólo informe de Tesorería al cuerpo edilicio. Cuatro meses atrás, los regidores amagaron con no avalar las cuentas públicas del municipio hasta no ver los informes financieros; en este amago también estaban involucrados los priistas, que son mayoría. pero Raulito los acusó con el gobernador y Alito le habló a los regidores de su partido, uno por uno, para ordenarles que abandonaran sus exigencias y respaldaran al alcalde.
El malestar persiste entre los regidores. Incluso el Síndico de Hacienda, el único al que le han permitido conocer parte de los informes de Tesorería porque su firma es imprescindible, ha declarado su enojo por los manejos extraños de Uribe, entre ellos el de la “nómina de apoyo” donde los números no embonan. Pero igual firma porque así lo quiere el Jefe. Antes que champotoneros estos regidores son priistas, y antes que priistas, son Alitolovers.
La “nómina de apoyo” es un robo de menor cuantía, como el de los vales de combustible que publiqué días atrás. Hay otros mucho más graves que les contaré en entregas sucesivas. Pero a estas alturas ya sabemos que la voracidad de Raulito Uribe es inmensa y no se va a detener en contemplaciones absurdas como la “Lucha contra la corrupción del gobernador”, porque si su hermano David Uribe es rehén de Alito por el desvió de 500 millones de pesos de la API, Arjona y Alito son rehenes de Uribe por el desvió de una cantidad similar en el trienio anterior, para favorecer al precandidato Moreno Cárdenas y los negocios en sociedad como gasolineras y constructoras.
Por eso fue que Alito tranquilizó a los regidores priistas de Champotón: a nadie, y menos a él, le conviene que la podredumbre llegue a la superficie. Uribe puede robar tranquilo.
Besitos.
Tantán.
Brevestialidad: después de mi publicación sobre el fraude con los vales de combustible, el secretario del Ayuntamiento, Noel Juárez, llamó a su oficina a todos los directores para interrogarlos. Uno por uno. Los interrogatorios fueron stalinianos y no con la finalidad de esclarecer el robo sino de encontrar al “traidor” que filtró la información. Vamos, lo grave no era o es el delito que denuncié, sino la existencia de un soplón en las filas de Uribe que rompió con la complicidad delincuencial.
Brevestialidad: según mis informes, fue Vania Kelleher quien vino a ofrecer a Raulito el complejo sistema para robarles a los empleados del ayuntamiento, software incluido. Pero el gordito salió más vivo: aprendió el mecanismo, robó el software y luego despachó a Vania: le dijo que esas malas mañas no se podían realizar en el ayuntamiento pero le dejó a disposición el DIF, una nómina mucho menor, por si se animaba. Ignoro si Vania aceptó.

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Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.

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