La Gordillo está libre y santificada. La novedad no es esa porque en este país la ley es un instrumento que el poder usa para castigar o perdonar adversarios y amigos; la novedad radica en que Elba Esther se ha convertido en el proyectil de moda para reventar celebraciones.
Meses atrás, el mismo día en que el candidato priista Meade firmó el pacto de apoyo con el SNTE, a Elba Esther la enviaron a prisión domiciliaria por motivos de salud. La grada interpretó el caso como un acuerdo entre el magisterio y el PRI-Gobierno: el voto corporativo a cambio de la cuasi libertad de su líder.
Luego se supo que no hubo tal acuerdo sino una venganza de Osorio Chong, secretario de Gobernación, quien ordenó la liberación de Gordillo para arruinar la firma del pacto con el SNTE y ponerle una carga de profundidad a Meade, dolido como estaba por no haber sido elegido candidato del PRI.
También fue Osorio quien envió al PES, partido creado y alimentado desde Gobernación, a los brazos del Peje. El chino, despechado, mostró ser una perrryya. Por estas razones Peña Nieto lo corrió de la Secretaría y lo impuso como candidato a una senaduría de mayoría para obligarlo a hacer campaña por el aborrecido José Antonio.
Como dato cultural: sospecho que el respaldo de Peña Nieto es como peregrinar por un sistema digestivo, porque Meade se fue a su casa vapuleado y ridiculizado, y Osorio Chong es senador. Pero bueno.
La declaración de inocencia de la Gordillo el mismo día en que entregaron la constancia de mayoría a AMLO me parece una reedición de esa historia, aunque otra vez parte de la grada ha interpretado el caso bajo las claves del acuerdo AMLO-Peña Nieto: si la maestra apoyó a Obrador, éste le regresó el favor reclamando su libertad y el todavía presidente se la concedió con tal de evitar la cárcel.
El cuento se redondea con un intento de suicidio: el pejete obligó a Quique a liberar a Elba Esther el mismo día en que recibió el papel que esperaba desde hace doce años, por el puro placer de sentir como le reventaba una granada en la mano.
Nop. Digo, todo se puede esperar de quien se emperró en colocar a un asesino y mapache electoral en la CFE, pero me parece que esto es obra de un mal imitador de Osorio, que para más señas usa copete, y que ordenó el lanzamiento del proyectil Gordillo como venganza póstuma contra el Peje que lo envió a él y a su partido al basurero de la historia.
Ahora bien, si en unos días la Gordillo regresa al liderazgo de su sindicato y el Pejehová nos dice que es una mujer buena, decente y honorable, entonces tendremos que aceptar que fuimos engañados y, ni modo, a empezar una nueva lucha, por la quinta transformación o como quieran llamarle.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.