Otra vez soltaron el rumor de que el gobernador Alito Moreno se va. Ahora la fecha fatal es el 15 de diciembre.
No es noticia. Se está yendo desde principios de año, cuando ordenó a sus textoservidores promoverlo como dirigente del CEN del PRI, luego como candidato presidencial, de nuevo como líder del PRI, durante los terremotos como maqueta de Frida Sofía y no tarda en postularse como toalla oficial del club swinger Lomas de Tecamachalco.
Pongamos cifras: 380 millones de pesos gastados en autopromoción de enero a septiembre de este año, sobre todo en publicaciones del centro del país, ilustran la desesperación por esa huida que no se concreta.
Y la cosa empeora: además de oneroso y patético, ese protagonismo de quinceañera es un sacrilegio ante el dedo elector, ese que puede acordar con sus iguales o elegir por divina inspiración, pero que no admite imposiciones.
A estas alturas, el dueño del dedo, del copete y de la decisión final debe estar harto del joderladrón que todos los días retaca la oficina de comunicación de Los Pinos con textos pagados, sutiles como un tren de carga, donde se presenta como salvador del PRI, del país, del deshielo polar.
Parece que Alito no acepta el lugar segundón que ocupa en la liturgia priista y al ver cercanas las definiciones y no tener seguro nada, se ha obsesionado en exhibirse como aspirante a todo. Sin saberlo está siguiendo la filosofía de Sex Pistols: Si no hay futuro, no puede haber pecado.
Para colmo, el estrepitoso derrumbe de Osorio Chong, que agonizaba desde La Verdad Histérica de Ayotzinapa pero que ahora es ya, oficialmente, una zona de desastre, puso una tonelada de cafeína en el sistema nervioso de Alejandro.
Debería calmarse mi gobernador, por su bien y por el de Carlos Miguel Aysa que no esconde su ansiedad por suplirlo para eliminar a los Viluches, los Castillo, los Freddys y coronar a su yerno reina del carnaval. Debería confiar menos en telegramas mediáticos y más en sus habilidades, esas que la cleptocracia necesitará el año que viene cuando la lucha por preservar sus PRIvilegios sobre millones de jodidos requiera prestidigitadores de alcantarilla.
De hecho, cuando el presidente vino a dar instrucciones para la asamblea del PRI en la que tiraron los candados anti-Meade, y que nos anunciaron como la decimosexta inauguración del Megadrenaje, nuestro gobernador comentó a sus amigos que Peña le prometió llevárselo de mapache electoral. Y eso sí es probable.
Es probable porque toda una vida dedicada a la transa, el engaño, el fraude otorga credenciales suficientes para contribuir en la reedición 2018 de la estafa electoral del Estado de México, cuyo anfiteatro será todo el país. Y en esa materia Moreno Cárdenas es premio Nobel turbocargado.
Ni uno ni mil artículos pagados a periodistas cuya credibilidad huele a mierda harán la diferencia, Alito. Si el presidente demanda tu sacrificio patriótico, va a jalarte. No a la dirigencia del PRI y menos como candidato a presidente, esas son posiciones de liga Premier y tú no pasaste de los Corsarios de Campeche, pero sí de conserje de la CNOP o en cualquier otro cargo que cumpla tu anhelo de huir de aquí, del fracaso apestoso a pan de cazón, para asentarte en otro clima a esperar el momento de aplicar toda tu sapiencia en terminar de darle en la madre a la muy lastimada democracia mexicana.
Es mi consejo, hermano. Tómalo si quieres y si no, hazlo maqueta y ponle su chip.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.