Enardecido por el reclamo de EEUU y Canadá respecto al incumplimiento de México en temas del TMEC, sobre todo por el asunto de las energías renovables, invento de los neoliberales y conservadores; arropado por Lord Molécula y otros incondicionales que le bañan la genitalia cada Mañanera, cobijado en la impunidad que brinda la irresponsabilidad y la soberbia convertidas en programa de gobierno, AMLO desató una andanada contra el Imperio que tuvo como soundtrack una canción de Chico Che: Uy, qué miedo.
Y no conforme con esa demostración de harta valentía, Obrador le siguió y amenazó con que el 16 de septiembre, día de la Independencia, en mensaje a sus gobernados, anunciaría su posición frente a los reclamos de los dos socios comerciales y dejó entrever que podría cancelar nuestra participación en el TMEC.
Sí, el 80 por ciento de nuestras exportaciones van hacia EEUU y de ahí nos llega buena parte de lo que consumimos, pero qué caraxo: lo PRImero es la soberanía y nosotros somos hasta la mother de soberanos y nadie puede atentar contra esa soberanía que es bien soberana.
Ensopados en soberanía estábamos y dispuestos a darles a los EEUU y Canadá hasta por debajo de los párpados, porque la raza de bronce es indómita, cuando llegó de visita Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, acompañado de una comitiva bastante poderosa. Vinieron a conjugar el verbo pelar en francés, ejemplo: López Obrador nos la peletier.
La conjugación en todos los tiempos verbales fue bien asimilada por nuestro Divino Santito de Macuspana, que salió de esa reunión diciendo que ya no declarará sobre el TMEC sino sobre la paz mundial, y que en su proyecto para fortalecer la soberanía y consolidar la integración con los EEUU es PRImordial la inversión en energías renovables.
Fue así, amados chiquitines, que presenciamos en tiempo real cómo nuestro líder total cambió de canción pero no de filósofo. Hoy suena en Palacio Nacional una rola que dice: Qué culpa tiene la estaca, si AMLO salta y se ensarta.
Besitos que defienden la soberanía pero no brincan.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.