Vemos la mesita, el platito, las hojitas de platanito, el tamalito bañadito en salsita rojita, tenedorcito, manita y una soberbia pulsera con la leyenda: LAYDA GOBERNADORA. ¡Pozos es un maestro!
Se sabe que Layda se va en dos años, apenas organice las candidaturas de Morena para el circo del 2024, y por tanto es lógico que empiece ya el festín de pirañas con ánimo de sucederla.
Ustedes ya tienen idea de lo que harán los suspirantes: los tropezones y codazos tras la mampara y los elogios desmedidos para doña Layda, la Suprema Fuerza Moral y no de Contagio, todo esto multiplicado por cuanto medio esté a la mano; en suma, los rituales del prismo más rupestre trasladados al gobierno del cambio verdadero, fenómeno que quizá tiene su origen en un curioso acomodo político: los priistas se fueron a Morena y los morenos se fueron al caraxo.
Pero, con todo y lo normal que resulta una frutiza prematura entre los sobrinitos de Layda bajo estas circunstancias, y de los inusitados rumbos que suelen tomar estas competencias, no deja de sorprenderme la capacidad de Pozos para reptar, su olfato para encontrar el instante perfecto y la creatividad para concebir novedosas formas de adulación. Hallar en una fiesta tamalera el modo de frotarle la vanidad a la gobernadora sin recurrir a nada más que a una pulsera es de gente grande.
Me dicen que el otro aspirante al cargo de Layda es Carlos Martínez Aké, (a) “Tongolelo”, a quien le acaban de regalar la súper delegación de la 4t en Campeche para que apoye su causa.
En honor a la verdad, la carrera de Carlos como feligrés de la Sansores, legislador local y luego federal ha sido deslumbrante como un eclipse lunar, en buena medida porque ha obedecido las instrucciones de Caníbal Ostoa que, lo sabemos, es un temible maquiavelo ejidal.
Con todo y eso, me parece que Carlos no es rival para Pozos. La imagen lo prueba.
Raúl ha digerido bien sus 40 años como priista y, por si fuera poco, sus cincuenta y tantos abriles le han aportado madurez y sabiduría para jugar el juego.
Mientras la ñora se desgasta martes a martes en frivolidades, marceladas, disparates y denuncias sin trascendencia, Pozos permanece oculto bajo el escritorio de la Secretaría de Educación viendo pasar los misiles. Que revienten otros. Pero de pronto, en el momento exacto, suelta un lenguetazo certero que cimbra el sabañón del jaguar, un latigazo húmedo que impacta en el centro del ego de Layda, y entonces sus competidores quedan reducidos a nada. Tan es así que este post tamalero me quitó la fascinación por los pasos de cumbanchero alemán que ejecutó Renato Sales en una ceremonia de la secta cuatrera.
Siendo Morena la fase superior del PRI y siendo Raúl el máximo exponente de la cortesanía priista, creo que ya sabemos quién gobernará el último tramo de este sexenio. En tanto llegamos ahí, me entretengo imaginando lo orgullosa que debe sentirse mi niña Layda de su sobrinito Pozos, ese reptil magnífico, que encontró manera de homenajearla mientras partía un tamal.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
