Lo robado por José Luis Arjona proviene del erario champotonero, por tanto su fortuna personal se traduce en tragedia colectiva: baches, miseria, atraso y etcétera. En español, si él y sus hermanos estrenan motocicletas, a nosotros nos toca sufrir la plaga de moscos.
Desde la esquina de su casa, Freddy Baeza se gana la vida vendiendo perros calientes e informando por redes sociales las calamidades de la administración municipal. Por andar es esos menesteres, se le apareció Rubí Arjona, la hermana del alcalde, injertada en basilisco.
En unas publicaciones en Facebook adornadas con aberraciones ortográficas, Rubí hace un recuento de la trayectoria familiar: ella y sus hermanos se han esforzado, han estudiado incansablemente, han triunfado y si Freddy habla es por el rencor de ser un fracasado vendedor de perros.
Los mensajes de Rubí enseñan que habita en una región mental donde las ratas son animales entrañables. Pero no a todos nos entusiasma un probable contagio de leptospirosis.
Hasta donde entiendo, el robo es eso, robo; es un delito, un pecado y una perrada, y a pesar de las toneladas de impunidad que produce a diario este país, manto protector de tanto servidor público amante de la riqueza fácil, la sociedad aún percibe la diferencia entre honestidad y latrocinio.
Por eso es que José Luis se ha ganado a pulso la etiqueta de ladrón que lleva en la frente. La misma etiqueta, por cierto, que él le puso a Xico cuando fue víctima de los mismos abusos que hoy comete.
No puede ser de otra manera. Han sido tres años de terror con un presidente que ha ido de un desfiguro a otro, que se ha enriquecido en el cargo, que ha insultado la investidura que ostenta y que se ha burlado de su propio pueblo. Por eso la críticas y el enojo ciudadano.
Como hermana, Rubí puede sentirse dolida por las opiniones sobre el alcalde, pero no tiene derecho a equivocar el diagnóstico. Si José Luis se va por la puerta de atrás, como un apestado, es porque ha trabajado para ello; las críticas son el resultado de sus errores y excesos, no la causa, y ni cuarenta mil mensajes en Facebook argumentando envidias y otras barrabasadas pueden contrarrestar ese hecho.
Peor aún: en su desesperación por defender lo indefendible, Rubí pretende que celebremos el saqueo. Según ella, romperse el alma en un bache es sentir el impacto del triunfo, mientras que los perros calientes de Freddy tienen el sabor del fracaso.
No lo creo. Si un bebé moribundo por el chikungunya es el requisito para que la querida oficial estrene un Iphone 6, eso demuestra el fracaso como gobernante y la podredumbre como ser humano de José Luis Arjona. Los únicos triunfos ahí son de la ambición enfermiza y la irresponsabilidad criminal. Defenderlo, como lo hace Rubí, solamente prueba que la miseria humana se contagia como la leptospirosis, por el contacto habitual con las ratas.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.