Se acabaron las valentonadas de taberna de Eliseo Fernández Montúfar. Vino a Campeche Marko Cortés, líder de los conservadores fifis neoliberales, antes conocidos como panistas, y le aplicó al alcalde de la capital los fuetazos de realidad que le hacían falta para besar la correa. La cosa quedó así:
Eliseo será el abanderado del PAN al gobierno estatal y su compañera Bibi Rabelo irá por la alcaldía de Campeche, y esas serán las dos únicas posiciones de Montúfar, que aceptó resignado.
El resto de las candidaturas, desde juntas municipales y regidurías hasta las alcaldías, diputaciones locales y las preciadas pluris serán entregadas por el comité estatal del PAN controlado por Pedro Cámara, y se sabe ya que el propio Pedro va por la diputación federal pluri, Pepe Inurreta por la de elección directa y que Chava Farías también aseguró lo suyo con la condición de que siguiera haciendo campaña para ser el plan B en caso de que Eliseo, famoso por sus traiciones, deshaga el convenio.
Marko, además, le dejó muy claro a Eliseo que no, no y no habrá coalición con Movimiento Ciudadano y que no, no y no tiene permiso para asistir a eventos de ese partido, y aquí el alcalde tampoco chistó ni aplicó sus conocimientos de artes marciales. Como dice el dicho: “Donde manda capitán, de reversa, mami”.
Así se escribió el final de las insolencias del mini clon de Alito Moreno. Ahora Eliseo será un obediente soldadito al servicio de su comité estatal. Vaya por la sombrita, pequeño saltamontes.
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Cuando Fernando Ortega venía a la inauguración de la feria ganadera de mi pueblo, la única petición que hacía era que no le dieran res. Los organizadores le hacían su cochinita, Purux se comía sus tacos, convivía un rato y luego calzaba sus zapatitos solidarios para irse a Neverland con sus Niños contralores.
Alito nunca vino a la feria champotonera así que no hay registro de sus exigencias, pero no son difíciles de imaginar: francotiradores en toda la zona, 17 suburbans blindadas, 40 guaruras armados para una guerra mundial, rutas secretas de escape y cinco tacos de tripa sabor Velasco. Qué bueno que no nos hizo el honor.
Pero el que pegó homerun fue Su Decrépita Majestad Carlos Miguel Aysa, el “Cabecita de algodón” campechano según él por el inmenso carisma que arrastra. Para venir a inaugurar lo que queda de la feria que alguna vez fue memorable, Aysa pidió un baño para su uso exclusivo con un lavabo también exclusivo, jabón y toallas para él solito y una dotación oceánica de gel antibacterial. Como lo oyen. Parece que las imágenes donde se mezcla con la muchedumbre y recibe besos y abrazos de la perrada no son otra cosa que una infecciosa puesta en escena.
La pregunta obligada es esta: ¿será que en sus años de infancia y miseria, cuando hacía sus necesidades en el patio de su casa entre vacas y gallinas, Aysa padecía esos arrebatos de exclusividad y refinamiento? Diosito, explícame: ¿qué caraxo le sucede a esta gente que apenas tiene un poco de poder quieren olvidar de dónde vienen y, lo que es peor por improbable, que los demás olvidemos qué pata puso ese huevo, y cuándo, cómo y dónde?
Besitos.
Tantán.
