Entre el encarcelamiento de Enrique Iván (a) “Satanás”, la muerte de Juanga y el suicidio de Peña Nieto, es posible que usted haya pasado por alto la encuesta semestral del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), que ubica a nuestro amado gobernador selfielítico, Alejandro Moreno, como el mejor evaluado del país.
La encuesta de GCE mereció ovación de pie por parte de la prensa local, tan ligada al chayo y tan distante del obligado escepticismo que impone el periodismo, según aprendí en las épocas de En Línea con Milo Ramos. Pero qué le vamos a hacer: en Campeche hasta la ética periodística tiene derecho a días de asueto con goce de sueldo y boleto para la rifa del 7 de junio.
Escepticismo como obligación, escribí. Sí, así debe ser, y en este caso hay elementos suficientes para que ese escepticismo se convierta en una certeza contraria a los halagos comprados: la encuesta de GCE, como tantas otras, es una monumental lactancia.
Comienzo por donde se debe: la credibilidad de esas supersticiones numéricas. En Campeche detectamos que algo andaba mal en 2009, cuando Tribuna publicaba las suyas dando como ganador a Fernando Ortega y Telesur otras anticipando el triunfo de Mario Ávila. O este lugar estaba habitado por esquizofrénicos o alguien mentía. Fue lo segundo. Ortega ganó por una diferencia abrumadora que tampoco fue prevista por las encuestas del diario más vendido.
Luego vino el 2012. Todas las casas encuestadoras daban como ganador a Peña Nieto con una ventaja desproporcionada, hasta de 20 puntos, que cerró en apenas 7 al terminar la jornada electoral. Las encuestadoras tuvieron que disculparse y prometer que revisarían su metodología, pero el daño era irreversible: había quedado al descubierto que las ficciones estadísticas eran una herramienta más de campaña, que no estaban destinadas a medir las tendencias electorales sino a influir en ellas.
Y la lección final la aprendimos en 2015 con las encuestas de Tribuna que ponían a Alejandro Moreno hasta 30 puntos arriba, payasada que fracasó estrepitosamente y forzó a Alito y a sus tribuneros a inventar la teoría de la traición de Purux y su Sonora Solidaria. Usted, adorado lector, recordará aquella que sumaba 102%.
Hasta aquí, creo, esta claro que las encuestas son tan confiables como una tesis de Peña Nieto. Pero la fiesta sigue.
El Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) es, entre las empresas que se dedican a encuestar y a otras ramas de la astrología, la más polémica. Sus tropiezos son muchos y muy sonados.
Por ejemplo, en agosto de 2010 publicaron su medición semestral en la que Humberto Moreira, gobernador de Coahuila, fue el mejor evaluado del país. Aquí les presento la nota de el Diario de Coahuila, que es el Tribuna o El Expreso de esa entidad y, como tal, encomiaba el logro de su mandatario:
¿Y qué ha sido Humberto Moreira? Durante su gobierno desapareció más de 30 mil millones de pesos, su hijo fue asesinado por el narco, una venganza supuestamente; viajó a Barcelona a estudiar una maestría y lo encarcelaron por lavado de dinero, y ahora es investigado por presuntos vínculos con los Zetas. El gober mejor evaluado es, hoy, el corrupto arquetípico.
En noviembre de 2012, cuando ya era evidente la negligencia y la rapiña criminal del gabinete solidario, otra encuesta de GCE ubicó a Fernando Ortega como el sexto mejor gobernador. Los periodistas campechanos se deshicieron en alabanzas para el estadista talla XXXXL, como siempre, pero la historia tiene la mala costumbre de pasar las cosas en claro: hoy el prestigio de Ortega es tan pestilente y frágil como el megadrenaje que legó.
GCE vive, la infamia sigue. En 2011, durante las campañas políticas en Michoacán, el candidato del PRI, Fausto Vallejo, acusó de chantajista a esa empresa: “Inicialmente me daba a mí ventaja, pero no llegamos a ningún acuerdo y obviamente pasó a otros momios a favor de la candidata” (Zuckerman. Nexos. Marzo, 2012). Como Vallejo no compró sus brebajes, GCE publicó sus números en Milenio donde daban la ventaja a la hermana de Felipe Calderón, Cocoa, con el 37% de las preferencias contra el 22% del priista. Así de fácil.
Los resultados finales favorecieron a Vallejo con el 35% de los votos contra el 32% de Calderón.
Y si revisan este enlace: http://www.sdpnoticias.com/nacional/2011/05/27/balconean-fallas-de-encuestas-de-gce-para-milenio, encontrarán una recopilación de barbaridades hecha por internautas en las encuestas de GCE, que “muestra que no sólo han tenido márgenes de error que llegan a casi 20 puntos, sino que de plano han dado por ganador a quien ha resultado el perdedor en elecciones como la de Oaxaca”.
Alejandro Moreno, el gobernador más chido del cosmos, dice el GCE. Pero misterios del misticismo científico, ese mismo lugar es reclamado por Rolando Zapata, el mandatario yucateco que se parece al hijo de Ibom, y con el mismo argumento: la dichosa encuesta.
¿Quién miente? Como en el caso de la Seguridad, cada quien agarra lo que le conviene y clama victoria. Estamos en medio de un absurdo descomunal y mucho me temo que un día de estos Alito afirmará que somos la entidad con menor incidencia de robos con tirahule cuando los pibipollos no llevan xpelón, y Zapata que es el mejor gobernador del país cuando Saturno entra sin lubricante en la constelación de aries, o algo así.
Con estos antecedentes, creer en encuestas me parece una variante de la fe; pero creer en una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica es esa variante de la fe que desemboca en la cienciología. Entiendo que la prensa local está obligada a comentarlas elogiosamente y difundirlas porque el hambre es cabrona, pero usted, lector rete chulo, que es libre, que no tiene que ladrar cuando se lo mandan ni silenciar verdades para ganarse las croquetas, cuénteme si es motivo de júbilo una encuesta dudosa hecha por una empresa trácala y que revela este dato siniestro: Alito Moreno es nuestro Humberto Moreira.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.