Eliseo era una de las amistades de Alito que sobrevivió a los altibajos de su carrera política y a la soberbia que creció exponencialmente con su arribo al gobierno estatal. Eliseo era su “brother”. De hecho, su diputación fue impuesta por Moreno quien además le regaló una posición en el gabinete, Sedeco, para que hiciera los negocios a los que todo cómplice tiene derecho y que, ahora sabemos, Alito archivó para castigarlo en caso de rebeldía. Entre delincuentes la amistad siempre colinda con la traición.
La pieza que Eliseo puso en la Secretaría de Desarrollo Económico fue José Berzunza, su amigo y empleado, y también incrustó a un yucateco de nombra Dante, un testaferro. Conformado el equipo empezó la lluvia de dinero y por algún tiempo todo fue vals, vino y rosas.
Pero en septiembre pasado, en un coletazo incomprensible para la grada, Alito envió un mensaje bastante rudo a su amigo, un mensaje en tres partes para que no quedara duda de la autoría.
La primera parte fue un correo electrónico que le llegó a todo #Campeche con una denuncia minuciosa de las maniobras turbias de Berzunza y de los más de 40 millones de pesos entregados al yucateco Dante en contratos pestilentes, y se adjuntaba el nombre de Eliseo como beneficiario del robo.
Una denuncia de ese calibre no es usual aquí donde la gente prefiere la indiferencia y la cobardía a la acusación y la crítica, y datos tan precisos no se consiguen a través de transparencia, cuya misión es ensuciar todo acceso a la información pública. Por tanto, la filtración tuvo que ser un trabajo interno de este gobierno, que si bien ha tenido algunos escurrimientos que nos han dejado ver parcialmente la podredumbre, los normales, ninguno había sido tan elaborado y certero como el que incriminaba a Sedeco.
La segunda parte esclareció aún más el origen del ataque porque se escenificó en los diarios campechanos, casi todos propiedad de Alito… perdón, propiedad de unos empresarios foráneos que un día llegaron por aquí, se encaramaron en la maqueta de un teleférico y en la alturas recibieron una orden divina: comprar periódicos porque sobre ellos obra una bendición: entre menos gente los lee más les paga el gobierno. En las páginas de esos medios acribillaron a Eliseo y adláteres sin misericordia.
Y la tercera parte, la rúbrica Suprema, fue Pribuna, diario que todavía no es de Alito… perdón, de los empresarios foráneos, teleférico, etcétera, pero que funciona como su órgano de difusión. Ahí le dieron hasta por debajo de los párpados a Eliseo y connotados editorialistas se ruborizaron con las mañas de Berzunza, como si nunca hubieran visto, en esta y en anteriores administraciones, en su propia empresa, aberraciones similares.
Si alguna duda quedaba después de los primeros dos capítulos, el tercero a cargo del diario más vendido confirmó que era Alito la mano que hurgaba a Eliseo, quedaba pendiente el por qué.
Pero todo empezó a ser traducido al español hace un mes, cuando se supo en el PAN estatal que Alito le había ordenado a Yolanda frenar a Eliseo y sus locuras de pelear la alcaldía campechana. Yolanda no podía hacerle caso, ella necesita votos para cumplir su antigua ilusión senatorial, así que se quitó de encima a la bestia con un muletazo magistral: esa decisión estaba fuera de su alcance porque al ir el PAN en coalición recaería en los líderes nacionales la designación de candidatos. El tendido exigió rabo, botox y orejas para la panista.
Y por esa misma fecha, Eliseo le dijo a un conocido que Alito le había pedido que fuera por la diputación federal y no por la alcaldía, y que él se había negado porque su equipo ya había esperado mucho para recibir su cacho de culebra y no estaban dispuestos a sacrificarse tres años más, sobre todo cuando en términos electorales la situación es inmejorable. Además, el tamaño del reptil en el legislativo nacional es pequeño comparado con el del ayuntamiento, donde podría premiar a todos sus colaboradores con cargos que les permitirían pasar a mejor vía ordeñando la inerme vaca campechana. Alito tomó mal la respuesta. Enloqueció, dijo Eliseo.
El gobierno de Moreno Cárdenas está en terapia intensiva desde la nominación de Meade y la única posibilidad de recuperación es el triunfo de Morena o de Anaya, y eso lo sabe él pero también sus enemigos. Por eso los meados van a reclamar en enero las delegaciones federales que Alito entregó a familiares y achichincles para evitar que sean usadas contra el candidato del PRI, van a conformar una estructura paralela para luchar contra la traición y van a cerrarle el paso en las candidaturas al senado y a la cámara baja, donde nuestro Supremo soñaba con ubicar a su sobrino Christian, a Chanona, a Cetina, etcétera.
Cerrado el piso superior, a Alito sólo le quedará maniobrar en las alcaldías y diputaciones locales y el panorama ahí es tétrico, sobre todo en la capital donde la tragedia tripartita Peña-Alito-Garo han puesto a Eliseo en la posición de volverse un Ruelas que puede masacrar a sobrino, amigos y chips. Tal vez ahí radica la desesperación de Moreno: su proyecto se está yendo al carajo con la misma velocidad con la que promete una barrabasada.
En apenas unos meses pasó de fantasear con la precandidatura presidencial y la dirigencia nacional del PRI a ser un apestado cuya única esperanza es AMLO; y dos años y medio después de haber irrumpido en el gobierno del estado como el todopoderoso gánster que tenía agarrado de los huevos a dios en cualquiera de sus presentaciones comerciales, ni siquiera es capaz de impedir que el Frankenstein que alimentó con su amistad, una diputación y una Secretaría se le insubordine y amenace con destruir su régimen de delirios y maquetas. Con razón enloqueció, dijo Eliseo.
Nos vemos en enero.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.