Este año, #Campeche no recibirá obra de la SCT. La noticia la vi en la página de Telesur y por curiosidad revisé los comentarios, que nunca decepcionan a la hora de documentar el pesimismo; ahí encontré a los amlovers justificando al rabí de las rifas: esto es lo mejor que le puede pasar a la entidad, dicen, porque luego el dinero se lo roba el gobierno estatal y nunca llega a los pobres y mi calle está abandonada y no más prian y Vitacilina.
Teóricamente, lo que explican los chairos es imposible en tiempos de la 4T, porque tratándose de obras federales son la superdelegada Katia Meave y el subdelegado de Comunicaciones los encargados de cuidar que se construya bien y los recursos se ejerzan con honestidad como corresponde a funcionarios del MoReNa, sin injerencia de la mafia local, además de que AMLO anunció hace mucho que la corrupción ya no existe.
En la práctica abundan historias oscuras en el manejo de las obras, con o sin cambio verdadero, lo que condena también al régimen que adoran los amlovers porque es continuidad de lo que juran odiar, pero la fe produce alucinaciones selectivas y además la defensa del pochitoque sagrado es por reflejo pavloviano.
Busqué después alguna reacción de Aysa a la mala nueva y nada, silencio. Lo entiendo: no puede reclamar. De hacerlo sería fácil para la 4T rascar tantito y encontrar la olla podrida de la obra pública estatal concentrada en unos cuantos empresarios aliados del poder, cuando no prestanombres, que ganan licitaciones amañadas para edificar porquerías inútiles y a sobreprecio, fenómeno que los Curi convirtieron en rutina y Alito, con el hambre que trae desde la infancia y que nada podrá satisfacer, llevó a extremos pornográficos. Aysa ha sido cómplice.
No habrá obra federal para nosotros este año, ni la derrama económica ni los empleos que representa. Otro duro madrazo al cuerpo inerte de Campeche para felicidad de la chairiza y su defensa irracional del líder, mientras que el goberladrón sustituto, el lunático Aysa, que prometió ofrendar su vida cuando el falso lío limítrofe con Q. Roo, hoy, ante un desafío real, ni siquiera es capaz de soltar un gemido.
Besitos fúnebres.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.