Acabó el conflicto en Tenabo y se confirmó una tendencia del gobierno de Fernando Ortega.
Lo de Tenabo fue más o menos así.
De pronto, la cúpula del Sindicato de los Tres Poderes (que como sabemos es controlada por el secretario de gobierno, Roberto Sarniento) siente que se han violentado los derechos de los trabajadores de esa institución y promueven una movilización, que incluye vándalos y cantidades pluviales de chupe, contra el alcalde.
Esas movilizaciones son selectivas, porque sólo se lanzan contra los alcaldes panistas: primero lo hicieron en Campeche.
Llegan los sindicalizados a los ayuntamientos, arman desmadre y medio, y cuando el alcalde llama a la fuerza pública (que como sabemos es controlada por el secretario de gobierno, Roberto Sarniento), los policías fingen que son niños contralores y que escuchan un discurso bien bonito de Fernando Ortega, y no se presentan.
Sin margen de acción, amenazados por la horda de salvajes alcoholizados y empujados por dirigentes irresponsables, los alcaldes tienen que ceder a las pretensiones del Sindicato.
Durante todo el proceso, los alcaldes se quejan de la violencia desatada por los sindicalizados y de la sospechosa parálisis de los policías, pero sus quejas son traducidas por la prensa (que recibe 450 mil pesos diarios del gobierno del estado) y lo que nos recetan los medios son notas como estas:
“Reclamo de los sindicalizados de Tenabo, justo”.
“Alcalde se niega a negociar”.
“La policía actuó con prudencia y no arremetió contra nadie, como algunos hubieran querido”.
“Alcaldes panistas no saben gobernar”.
Etcétera.
Pareciera que el gobierno de Fernando Ortega y los medios de comunicación locales no pertenecen a la era de las redes sociales y iPads, sino a la época de los videos en blanco y negro que trasmite Clásicos de VH1.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.