El domingo 10 de febrero, el periódico Tribuna publicó que en apenas año y medio de gestión, Mario Luis García de Uribe amplió desmesuradamente el aeropuerto del Ayuntamiento para atender a 300 nuevos aviadores, entre ellos “hermanos del edil, dirigentes sociales, ex dirigentes municipales del PRI, ex regidores, ex diputados y periodistas”, que uno por uno o en bola hacen lo mismo que la Sonora Yucateca de Plátano, tan vilipendiada en otros tiempos. A raíz del escándalo, Mario Luis comprobó cuán volátiles son las lealtades en política: hasta sus amigos lo juzgaron culpable. A continuación, dos momentos estelares del juicio.
Entre los dirigentes sociales chafas exhibidos en la nota dominical se encontraba un tal Alejandro Valdespino Madera, lo que indignó muchísimo al líder del Movimiento de Causas Ciudadanas, Indígenas y Populares, Alejandro Valdespino Madera, quien al día siguiente fustigó al alcalde por pagar facturas políticas personales con dinero público: Es el caso… de Raúl Armando Uribe Flores, quien incrustó en el Ayuntamiento a personas de su confianza, dijo, y después se despedazó la lengua con una acrobacia verbal de altísimo grado de dificultad: Por eso insistimos en que el presidente municipal se amarre los pantalones y elimine a los aviadores.
Fuera de sí (¿cuánto habrá tenido que caminar?), Raúl Uribe, galán simpático, en entrevista publicada el martes 12 de febrero en Tribuna, negó las imputaciones de ser el principal beneficiario de la mutación del Ayuntamiento en Terminal aérea y, para no dejar dudas de su inocencia, mató la vaca y le jaló la pata: El único que tendrá que responder por las irregularidades es el alcalde Mario Luis García Ortegón, nadie más, afirmó, y luego emitió un apunte autobiográfico: Ya se hizo costumbre culpar de todos los males de Champotón a Raúl Uribe.
No se necesita la cartomancia para adivinar que Mario Luis García de Uribe va derechito a inflar burros por el pivote. Malo que uno de los principales elementos de su Fuerza Aérea le muerda la mano culpándolo, precisamente, de tener una Fuerza Área; pero lo que no tiene nombre es que su patrón, el gordito precioso, después de beneficiarse de todas las formas posibles de su mansedumbre y complicidad, ahora intente desligarse advirtiéndole que si algo sale mal irá solo al paredón.
Pero no todos están de acuerdo en la absoluta responsabilidad de Mario Luis. Los legionarios del Movimiento Separatista Champotonero (Mosech) han decidido poner los puntos donde deben estar y, en comunicado remitido vía Internet, el comandante Filemón, jefe supremo de esa organización clandestina, establece lo siguiente: Si Mario Luis es culpable, se trata de una culpabilidad menor: su único delito es fungir como uno más de los 300 aviadores que engordan la nómina, porque cobra como alcalde sin serlo. Pero la trasformación del municipio en Ayuntamiento Bahía S.A. de C.V., y el festival de nepotismo, derroche, ineptitud y corrupción que lo distinguen, no es culpa suya, camaradas, sino del que lo hizo compadre. Atentamente, sufragio inefectivo, sí (hubo) reelección (del gordo). Comandante Filemón (rúbrica).
Ojalá que el comunicado del Mosech sirva a Mario Luis García de Uribe como gel lubricante hipoalérgico, base agua, no grasoso, sin espermicida, que alivie un poco el dolor de verse traicionado por el dirigente social, por su ¿ex? amo y señor y por los que se sumen a la estampida ahora que el tecolote ha empezado a cantar. Riatatá tantán.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.