Estas fotos me llegaron vía correo electrónico y muestran las numerosas goteras que existen en el novísimo Hospital de Especialidades.
Afuera, un chipi-chipi; adentro, el Roxana reloaded.
Este fenómeno está ligado, en esencia, al de la remodelación de la Unidad Deportiva 20 de Noviembre de hace algunos años, con motivo de las Olimpiadas Juveniles en las que compartimos sede con varios estados del Sur-Sureste y pasamos a la historia porque: a) el pebetero de cartulina pegado con saliva cayó sobre unos bailarines cuando apenas iniciaba el evento de inauguración; b) fuimos el único estado que no trasmitió en vivo la apertura; y c) las canchas que habían sido techadas unos días antes se inundaron con una llovizna insignificante, razón por la que hubo que posponer las competencias de Tae-Kwon-Do.
En esencia, dije, porque somos el segundo lugar en despilfarro en obra pública en los últimos 30 años, tan sólo detrás del Distrito Federal, donde viven algo así como 19 millones 300 mil habitantes más que en el Estado de Campeche (estos datos aparecieron en el periódico Reforma).
Pásenle (paraguas e impermeables corren por su cuenta):
Nota final: les apuesto lo que quieran a que en Tribuna le echarán la culpa de las cascadas artificiales en el hospital, de la carta del Jefe Diego y de la maldad de los regidores champotoneros contra Xico a Carlos Ruelas. Pongan la cantidad.
La verdad es relativa, sólo la neta es absoluta.
En este artículo:
Escrito Por
Bestiómetro
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
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