La diputada Lupita Torres Arango, del PRI, subió a Tribuna para denunciar que en el ayuntamiento de Tenabo, que regentea Morena, están despidiendo masiva e injustificadamente a trabajadores.
Oh, sí: se emocionó doña Lupita recordando que una mujer embarazada y una persona con capacidades diferentes son parte del paquete que la despiadada maquinaria de gobierno ha triturado y enviado a la calle, y ahí frente a sus pares, frente a un auditorio a punto del lastimero berrido, deslumbrada por los flashazos de los periodistas y sacudida por los espasmos de la indignación, juró defenderlos hasta las últimas consecuencias.
Bendito dios que no había cerca una bandera porque en el arrebato emocional la diputada Torres Arango podría haberse convertido en nuestra Juana Escutia: entre la Tribuna y el suelo hay, fácil, un largo metro de altura.
Pero a la salida de la sesión me explicaron que la misericordiosa intervención de doña Lupita era una farsa sideral, una simulación aberrante muy al estilo del Supremo Idiota que presume seguridad y tranquilidad pero vive blindado y protegido por una horda de guaruras, porque como dirigente del Movimiento Territorial del PRI Torres Arango despidió a infinidad de trabajadores, entre ellos algunos que vegetaban ahí desde 1993, y les advirtió que no fueran a quejarse porque les iría peor: su venganza sería brutal.
A pesar de todo, hubo valientes y el MT fue demandado ante la Procuraduría del Trabajo. Les adjunto el documento.
Además, el MT debe seis meses de renta y al parecer la intención es no pagar nunca. Una fichita doña Lupita.
Eso sí, su actuación fue monumental, eso está fuera de discusión, y su talento histriónico debe ser venerado aunque en la vida real, fuera de los reflectores y la locación legislativa, doña Lupita sea tan piadosa como una mamba negra.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.