Regreso después de un diciembre no tan fragoroso como los de antes, pero que igual me dejó en un estado de quebranto físico y mental muy parecido al que ocasiona mirar más de 3 segundos el monumento al 150 Aniversario del Inicio de la Emancipación Política de Campeche (la “cacsula” del tiempo, según don Ricardo Medina, secretario de Gobierno). Supongo que la tenaz persistencia de la cruda advierte la pronta jubilación de mi hígado y el inicio de otro problema: ¿donde quedó su Afore? Pos no sé. Y fíjense nomás, regreso y certifico que los malos presagios que tuvimos cuando don Jorge Carlos nombró secretario de Fomento Industrial a don Antonio Richaud se han cumplido totalmente.
Hace 4 años y cacho, cuando don Antonio Richaud abandonó el feliz anonimato de la vida empresarial y se unió al gabinete del actual gobernador, no sólo Globito y Biscochito lamentaron la designación, también lo hicimos algunos prostitutos de la comunicación (cavernal Norberto Rivera dixit, aunque yo prefiero el mote de textoservidor). Nos perecía que don Antonio no reunía las cualidades para desempeñar un cargo de tal importancia, que poco o nada podría aportar en ese rubro. Y así ha sido.
Como hemos comprobado, su paso al frente de la SEFICO ha sido causa de más de un disgusto para su jefe. Por ejemplo, en la desesperación de mostrar resultados, Richaud Pinto le ha vendido al gobernador anuncios de proyectos que han terminado siendo realidad en otras entidades, como el de la famosa armadora de camiones CAFER, o que han provocado interminables líos políticos y jurídicos, como el de la megaplaza Paseo Campeche.
Pero don Antonio no descansa. Con bombo y platillo (¡tup tup tsss!), el 4 de diciembre anunció a diversos medios locales la instalación de tres tiendas de la cadena comercial Oxxo, que generarán la fabulosa cantidad de 24 empleos directos; además afirmó que “habrá un impacto considerable en la mano de obra campechana”. Lo que omitió es que el “impacto” será negativo, ya que estudios señalan que por cada negocio de este tipo desaparecen alrededor de 30 micro changarros como loncherías, expendios de revistas, dulcerías, misceláneas y abarrotes. También aseguró que “eran resultado de la política de atracción de inversiones de la actual administración estatal”, cuando todo mundo sabe que la cadena Oxxo es parte de la acelerada expansión de un monopolio cervecero (hasta diciembre de 2007, habían en el país 5,237 y más de 150 sólo en Mérida).
Por si fuera poco, nos enteramos que dos de estas “inversiones atraídas” se encuentran en zonas de la ciudad donde el uso del suelo no es compatible con su giro y que no cuentan con las licencias correspondientes. ¿Cómo obtuvieron las patentes para venta de bebidas alcohólicas ahí donde la reglamentación municipal no lo permite y cómo piensan conseguir las licencias que les permitan operar violando la ley? Mejor pregúntenme qué sucedió entre Fabiruchis y su mayate y tal vez le atine.
Al parecer, los proyectos ficticios, las inversiones que pretenden arrebatar el patrimonio de campechanos y los negocios al margen de la legalidad son el sello de Richaud Pinto como funcionario público. Peor aún, qué triste que en materia de fomento comercial todo sea para foráneos y no para los micros y pequeños empresarios aborígenes que aquí viven, aquí venden, aquí compran y más o menos conocen la compleja coreografía del “Pichito amoroso”. Otra vez las dos pesas y las dos medidas: para los de fuera todo, aún pasando sobre la ley, y para los campechanos, como en la canción El pregonero, un turrón de buen tamaño.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
Monosapiens
21 de enero de 2008 at 11:29 am
Ah mi estimado sensei, cuanta verdad hay en tus palabras, Gracias por enviarme tus artículos.