No dejo de sorprenderme de la inmensa idiotez del gobierno que encabeza Alito.
En cuestión de minutos, la Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Pública determinó que el post sobre las instrucciones del gobernador a taxistas y camioneros para boicotear la marcha de Eliseo era falso, lo que nos lleva a suponer que conoce el origen de la publicación, IP, fotos íntimas, mensajes Whatsapp, audios, selfies con la abuela, etcétera. Fue una demostración magistral de eficacia y me parece perfecto. Ese es su trabajo y lo cumplieron.
Ahora bien, hace un año, justo después de otra marcha, la que Alito convocó en repudio al muro de Trump y que en realidad fue una caricia a sus delirios de Amado Líder, marcha que pudo concretar a partir de la intimidación a burócratas y el acarreo de jodidos (no muy diferente a lo visto hoy, sólo que a otra escala), troles relacionados con textoservidores del Supremo Idiota agredieron a los críticos de su patrón, los Enemigos de Campeche, y los amenazaron de muerte; atacaron, incluso, a los hijos de algunos de ellos de la forma más infame que es posible imaginar. Y esas agresiones, a pesar de haber sido denunciadas ante la Fiscalía por los afectados, siguen sin ser resueltas, son misterios sumergidos en la fosa séptica de la burocracia jurídica.
Idiotas, repito. ¿Qué les costaba dejar pasar el post sobre el evento de Eliseo, post que además no tenía ninguna importancia porque la manifestación tenía su público asegurado sin necesidad de taxis ni microbuses del Instituto del Transporte de Tongolele, y mantener su fama de inoperantes? Nada. Pero con la alerta que emitieron, y que les costó segundos investigar, dejaron en claro que su efectividad es selectiva y que, por tanto, la impunidad que gozan los delincuentes cibernéticos tiene permiso institucional.
Besitos.
Tantán.
En este artículo:
Escrito Por
Bestiómetro
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
Haz clic para escribir un comentario