Me llega por wasá una conmovedora nota de la diputada priista Karla Toledo en la que lamenta que el sector Salud sea de los más castigados en el presupuesto federal del próximo año.
Tiene razón Karla: la progresiva anemia del sector Salud diseñada por Obrador para, a su vez, engordar las cuentas de obras como Dos Bocas o el Tren Maya, es uno de los crímenes que marcarán este gobierno.
Cada peso quitado a hospitales y compra de medicamentos se traduce en sufrimiento y muerte, y no hay justificación para tal monstruosidad.
También es cierto que la Gran Farmacia Universal anunciada por Amlo fue otra de las idioteces mañaneras que usa para salir del paso, para desviar la atención, porque el presupuesto del año entrante no contempla un sólo centavo para ese despropósito, tal y como menciona la diputada.
Pero algo huele muy raro en este súbito despertar de Karla, el azote de las búfalas de colonia. Algo huele a podrido en Dinamarca, ya tusá, diría Bad Bunny.
En Campeche, el desmantelamiento sistemático de Salud inició con Fernando Ortega y se profundizó con Alejandro Moreno a partir de 2015.
Y llegado el 2018, con Obrador en el poder, la ofensiva contra Salud creció y la destrucción fue total.
Los hospitales se convirtieron en lo que son hoy con Layda: rastros públicos; por múltiples razones, todas ellas relacionadas con la corrupción, dejaron de surtir medicamentos, como sucede hoy con Layda; empezó a escasear el personal médico por falta de pago, fenómeno que también ha abrazado Layda. No le sigo porque ustedes saben bien de lo que hablo.
Y la diputada Toledo, que desde 2018 está atornillada a su curul, guardó un estruendoso silencio ante aquel desastre. Mutismo que entiendo: en aquel entonces, para mayor gloria del PRI y para cimentar su carrera política, era imprescindible para ella ser cómplice de cualquier atrocidad perpetrada por Alito y Aysa, sus patrones, los dos dementes que masacraron Kafkampeche el pasado sexenio.
Pero ya no. Que la complicidad y la infamia corran a cargo de otros.
En estos días, bajo un gobierno de otro partido, la legisladora ya puede indignarse por las condiciones del Sector Salud, sentir empatía por la gente que sufre sin doctor que la atienda ni medicamentos que la curen, lamentar el abandono de la infraestructura hospitalaria, y un sideral etcétera. Viva la libertad y la denuncia.
Doña Karla me recuerda a un ciego que había en mi pueblo que tenía un perro que lo guiaba; un día el perro se fue y el ciego volvió a ver.
Creo que a la diputada le salen mejor los wasaps cruentos y sanguinarios contra búfalas, amigos y conocidos que el papel de paladina justiciera de reciente creación, y además Pejehová y Layda ya nos vacunaron contra la fascinación por los redentores selectivos.
Por favor, Karla: busca otra forma de vernos la cara de Aníbal.
Besitos saludables.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.