Los solidarios han demostrado científicamente que el absurdo puede ser un objetivo de gobierno. El secretario del jardín botánico también conocido como Secud, Farías, reveló hace tiempo que el 80 % de las escuelas de la entidad presentan daños severos en infraestructura. Ante ese problema, la sensatez aconsejaría repararlas, supongo. La lógica burocrática, en cambio, creó el programa Zapatitos solidarios para que los niños caminen cómodamente hasta su colegio a esperar que el techo les caiga encima.
Resignados a esta clase de disparates, los campechanos hemos reducido las expectativas sobre el gobierno solidario a sólo dos temas: si será más bandido que los anteriores y si logrará consolidar su proyecto transexenal imponiendo sucesor en el Cuarto Piso. Pero en este último asunto, otra vez, la vocación por el absurdo de Fernando y sus huestes está funcionando como impulso suicida.
La última gran idea es el informe de labores de nuestros legisladores. ¿Qué nos van a contar?: que a pesar de sus promesas de campaña, refrendaron los gasolinazos para seguir sangrándonos mes a mes; que a espaldas a sus representados votaron reformas como la Educativa, que tiene crispado al magisterio; la Fiscal, que grava hasta el alimento para mascotas pero no impone ningún freno a los miles de moreiras que habitan la administración pública; la Política, involución monstruosa que centraliza el proceso electoral y profundiza la distancia entre la clase política y la ciudadanía; y sobre todo la Energética, de la que sabemos poco, hiede a privatización salinista y fue intensamente combatida en el país aunque, sospechosamente, festejada en grande en los Estados Unidos.
Más que informe de labores legislativas, es un dictamen forense. Dada la impopularidad de las reformas, el sentido común aconsejaría darle carpetazo y dejar que la conformidad y la amnesia hagan su labor; la lógica de los solidarios, en cambio, decidió restregarnos en la cara las canalladas de nuestros representantes en las cámaras, y por esa demostración de sadismo el pedo les está saliendo por la boca.
La obsesión fundamental de Fernando es impedir que Alito Moreno llegue a la gubernatura, en parte porque lo odia ferozmente, en parte porque cortaría de tajo su legado político encarnado en Sarmiento y Pozos. Sin embargo, al permitir el informe legislativo entregó una espléndida oportunidad a su enemigo quien, desbocado como anda y con reservas financieras que parecen inagotables, ha desplegado una abrumadora campaña que no ha dejado rincón de Campeche a salvo de su propaganda. Alito aparece hasta en la salsa del frijol con puerco. La inteligencia solidaria no previó que la niña es piruja y le puso reguettón.
Habrá quien intente defender al gobernador argumentando que la organización del informe no fue su idea; es posible. Pero sí estuvo en sus manos impedirlo y no lo hizo. Como resultado de esa imprudencia, los campechanos vamos a recibir un baño de limón con sal en las úlceras que nos dejaron las reformas recién aprobadas, pero nos queda el consuelo que Fernando y sus Solidarios del Ritmo no saldrán ilesos: como pago a su estupidez, sobrevivirán a esta caballada con un eslogan tatuado entre ceja, oreja y madre: “Querer es lograr”. Justa penitencia.
Besitos.
@Bestiometro
La verdad es relativa, sólo la neta es absoluta.
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Bestiómetro
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.
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