La joya de la corona del parque de Champotón, la placa que la perrada conocía como “La placa de los burgueses”, fue causa de un drama que terminó con la captura de un bandido con licencia para el crimen. Aquí, los hechos:
Los albañiles que desintegraron el parque se vieron, de pronto, en poder de una placa de bronce que debía valer buen dinero. Como no son del pueblo y nadie les pide cuentas, pues se les hizo fácil robársela y venderla por 3 mil pesos a un chatarrero famoso en la comarca, que para efectos de esta relatoría llamaremos “El conejo”.
Cuando Xico se enteró de la desaparición de la placa inició una investigación minuciosa pero inútil, y al final no tuvo más remedio que poner su demanda en el Ministerio Público. No bien lo había hecho cuando los policías dieron con “El conejo”, que aceptó haberla comprado y como no quería problemas, la devolvió sin exigir su dinero.
Xico agradeció el gesto de “El conejo” retirando la demanda y dando el caso por cerrado.
Pero el agente del Ministerio Público ya había percibido el hedor del negocio turbio y amenazó a “El conejo” argumentando que había incurrido en el delito de apropiación de bienes nacionales, asunto del fuero federal, y que si no soltaba 4 mil pesos el caso quedaría abierto de oficio, él mismo informaría del robo y entonces vendrían las autoridades de arriba, los federales, y con ellos no hay arreglo posible.
“El conejo” le aseguró que negociaría con él pero fue con Xico para reportar la extorsión, y Xico habló al Procurador de Justicia del Estado. Renato llegó a mi pueblo más rápido que una exhalación y dio 4 mil pesos en billetes marcados a “El conejo”.
El agente del Ministerio Público recibió lo suyo y cuando iba feliz de la vida con sus 4 mil pesos, fue interceptado y revisado por el Procurador y sus ayudantes, que le encontraron el dinero. Lo confesó todo.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.