Si se traen ganas desahóguenlas, caraxo, pero no condenen a los campechanos a ser el daño colateral de un enfrentamiento que usa a las instituciones públicas como frente de batalla y tiene como anfiteatro una ciudad de por sí semi destruida por la corrupción, la ineptitud y la improvisación.
Si el Supremo Idiota y el aspirante a yuca prefieren el pleito a la civilidad, que peleen en el callejón que les acomode, solitos, y para ponerle interés que vayan en prenda los fetiches de sus liderazgos: maqueta contra triciclo, máscara de botox contra implantes abdominales, fuentes danzarinas contra volquete hot wheels. Y que ahí, en el callejón, armados con lo natura les dio y no pudo corregir Salamanca, queden selladas sus diferencias, si es que las hay porque, la verdad, a mí todo esto sigue pareciéndome una triste coreografía. Imagínenla conmigo:
Y uno y dos y tres y Alito arma una huelga fallida, quebradiza, para el lucimiento del alcalde, que vence y sale en hombros y aclamado por la multitud. Otro episodio de una historia que inicio hace tiempo.
Eliseo era el elegido para disputar desde la oposición la gubernatura contra el sobrino Christian en 2021, para que Alito jugara todas las cartas. Para eso en las elecciones intermedias el sobrino Christian debía ir a la senaduría, el amigo a la alcaldía y Claudio al sacrificio para ser premiado después. Algo salió mal y el sobrino Christian fue sepultado por el repudio popular contra el goberladrón y el fenómeno Morena. Pero Claudio va como gobernador sustituto, el premio de consolación, y queda Eliseo para luchar en nombre del grupo contra la maquinaria de AMLO (a la que ahora se quiere sumar).
Eliseo contesta virilmente a la huelga y ordena la suspensión de la construcción de obras como el Bazar Artesanal, parque Moch-Couoh, las fuentes danzarinas y alguna otra inutilidad, obras que presentaban atrasos monumentales porque el dinero se “extravió”. Con las suspensiones Alito tiene el pretexto para irse sin encarar su responsabilidad y culpando a Montúfar, y éste se escuda en el reglamento, la ley y otras supersticiones para sustentar su indeclinable respeto al marco legal, signo de los nuevos tiempos.
Crece la popularidad de uno, como en la época de campañas con los audioescándalos y los ataques ridículos de los textoservidores, y encubre su fraude el otro, que no regresará aunque no llegue al CEN del PRI porque sabe que es odiado como ningún goberladrón antes que él.
Luego la policía vial detiene patrullas de Protección Civil del ayuntamiento y también un camión del TUM, al que una grúa arrastra con todo y pasajeros. Eliseo debe salir en unos momentos a victimizarse. Alito, por su parte, espera el lunes, día de la asamblea del PRI, para anunciar el inicio de su campaña por la dirigencia nacional y largarse. Le quedan horas, a uno para consolidarse como el alcalde bueno que lucha contra el sistema y al otro para perpetrar algunas infamias más contra la alcaldía y fortalecer la popularidad de su examigo, y las están aprovechando.
Puede que mi imaginación padezca una inclinación malsana por la teoría del complot, lo acepto, pero de todas formas la canción queda en lo mismo: sea este un conflicto real o una coreografía muy siniestra de Alito y Eliseo para ayudarse mutuamente, el resultado es que los campechanos siguen siendo las víctimas preferidas de sus mandatarios y Campeche continúa imbatible su camino hacia la ruina.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.