Bajo la certeza de que los campechanos sufrimos de memoria bulímica y estupidez congénita, el Tribuna nos ha deleitado en las semanas recientes con la parodia bíblica del Adán carmelita y la Eva rechoncha que se comieron una manzana.
La manzana en cuestión es un terreno en la isla que, según el diario, comprueba la ancestral complicidad entre Jorge Rosiñol y Fernando Ortega, complicidad que respalda la teoría de la traición del siete de junio.
Traición nunca hubo; hubo hartazgo. Los seis municipios que perdió el PRI y los pinchurrientos 140 mil votos que consiguió Alito se debieron a los tres funestos años de Peña Nieto, al sexenio perdido de Fernando Ortega, a los excesos de alcaldes como Enrique Iván o Sleme Lavadores, a quienes el cargo les quedó grande y el erario muy pequeño; y al propio candidato Moreno Cárdenas, que provoca toda clase de fruncimientos.
Pero la verdad poco importa en el Tribuna, en donde siempre se han mantenido fieles a una filosofía: nada es más poderoso que una infamia publicada a ocho columnas.
Con el sonsonete de la traición tratan de rescatar algo de credibilidad después del ridículo que hicieron con sus encuestas y los 114 mil artículos que publicaron en favor de Alito, y que de nada sirvieron.
Quieren convencernos de que sus números estaban bien, que Moreno Cárdenas iba a ganar por más de 40 puntos y fácilmente hubiera alcanzado la meta de los 200 mil votos, pero que ninguna encuesta pudo anticipar las puñaladas traperas de Fernando Ortega y sus acólitos, todos al servicio de Rosiñol.
Con eso creen librar el descrédito, o al menos atenuarlo. El resto es dejar que la estupidez congénita nos haga tragar ese zepelín y que nuestra memoria, que tiene los hábitos alimenticios de una top model, borre ese archivo mental, si no es que ya se fue a la papelera de reciclaje.
Pero la teoría de la traición que divulga Tribuna no sólo está pensada para quitarse la mugre a jicarazos, también tiene otras intenciones.
Si Fernando Ortega se atrevió a darle trabajo a Salomón Azar, afrenta mortal para los Arceo, tiene que pagar con sangre. Acusándolo de traidor, la famiglia cobra la factura pendiente y, además, le anticipa que ni él ni su gente tienen cabida en el mandato de Alito Moreno.
Y esta última parte, la exclusión de los solidarios del gobierno de Alito porque así le da la gana a los Arceo, es la tercera banda de la carambola.
Es la advertencia para el gobernador entrante de lo que le espera si no se somete al imperio mediático: obedecer no es una opción, es una obligación.
No nos extrañe que los tribuneros, siguiendo el ejemplo de J. Edgar Hoover, ya tengan el expediente con todos los retorcimientos políticos, financieros y personales de Alito para obligarlo a la humillación: o pone la rodilla en el suelo y besa la correa, o las primeras planas que hoy destrozan al solidario, mañana lo destrozarán a él.
Es el modus operandi que tanto dinero les ha proporcionado.
Ahora bien, ¿qué tiene pensado el gobernador electo para torear a esta bestia?
Alguien cercano a Moreno Cárdenas me dijo que no va a compartir el poder con nadie; que, en efecto, conoce las intenciones de usarlo como títere, un remake de la relación entre Jorge Carlos Hurtado y el arquitecto González Curi, pero que también conoce el remedio y es bastante sencillo: los Arceo no saldrían indemnes de una revisión fiscal, y existen los contactos en la Secretaría de Hacienda para desatar una persecución que los anestesie hasta el 15 de septiembre de 2021.
Los elementos del desastre están dispuestos. Cierto, es probable una negociación que calme las ansias de poder de los dueños del Tribuna y todos en santa paz. Pero lo más seguro es que la soberbia impere y sobrevenga la muerte de cien vacas (hecatombe). Cualquiera que sea el caso, para los liberales y heroicos equivale a lo mismo: de Campeche no van a quedar ni las ruinas.
Besitos,
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.