El 12 de julio de 2016, Rita Dolores del Río fue nombrada delegada del ISSSTE en Campeche. Fue un nombramiento extraño porque hasta ese instante esos cargos los había repartido el gobernador Alito Moreno entre sus parientes e incondicionales, y Rita no es ninguna de las dos cosas. Sorprendido por esa alteración en la construcción de su tiranía rural, ocho días después Moreno Cárdenas la citó en su casa para averiguar cómo había conseguido ese puesto sin que él estuviera informado.
Rita llegó a la mansión de Alito esperando un trato a la altura de una autoridad estatal, pero la recibió un mandril frenético que le arrebató la bolsa buscando celulares y artefactos de espionaje, como si afuera no hubieran varios filtros de seguridad, policías y guaruras en cantidades fluviales y francotiradores apostados en las alturas esperando un narco-ataque. La paranoia, marca de la casa.
Luego de espulgar el bolso, Alito le aventó a Rita unas hojas en la que estaban escritos los nombres de los que habían volado a la Ciudad de México ese día, para demostrarle que nada sucede sin que él lo sepa. Continuó el festival de intimidaciones señalando un cerro de periódicos e incluyó la explicación de rigor: hasta los puntos y comas que ahí se escriben los revisa y aprueba él. Y por último, por fin, le preguntó quién la había colocado en la delegación del ISSSTE. Parte en broma, parte en serio, Rita le contestó que su nombramiento venía de muy, muy arriba y entonces el Supremo Idiota se puso como oso sin gitano. Lo que sobrevino fue una sinfonía de insultos coronados por la infamia de un traidor experimentado:
-Si la cosa vino de allá, voy a recordarte esto: al pendejo ese (Peña Nieto) le queda poco tiempo, a mí me quedan muchos años de carrera política.
Después, la exigencia: Rita tenía que mantener un bajo perfil. Desaparecer si era posible. Según Alito, el escenario era suyo, de él y para él y su proyección local y sobre todo nacional. Llegará el tiempo de que sus achichincles tendrán que moverse, pero eso sucederá cuando les dé permiso y, por si cabía alguna duda, puntualizó que él nombrará a los candidatos de la próxima contienda y serán elegidos únicamente quienes demuestren fidelidad ciega a su proyecto político. El que no cumpla no sólo no tendrá espacio en los medios de comunicación sino que podría acabar en la cárcel.
Mientras escuchaba la disertación, Rita pensó en la lealtad y en la forma que se había expresado Alito de Peña Nieto, el hombre que, según dice en sus discursos, es su amigo personal, su benefactor y el mejor aliado de los campechanos. De saber el presidente que lo tratan de pendejo, ¿acabaría Moreno Cárdenas en la cárcel? Pero no dijo nada (“calladita me veo más bonita”) porque tuvo miedo de que el mandril dopado que tenía enfrente le recetara el sancocho de artes marciales mixtas con el que medio mató a sus dos primeras esposas. Toleró sumisa el resto de la regañiza y se fue.
Se fue pero no obedeció las instrucciones de convertirse en parte del reino vegetal hasta que Alito ordenara lo contrario. A sabiendas de que el desafío al gobernador le cerraría toda cobertura mediática, de que la atacarían por todos lados, pero convencida de que no tenía ninguna oportunidad de crecer en grande, Rita abrió su página Facebook y desde ahí comenzó a promocionar sus actividades como delegada. Poco tiempo después sufriría las consecuencias.
Fin de la primera parte. El jueves, la segunda.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.