A finales de junio de este año, trabajadores de la clínica del ISSSTE avisaron a su delegada Rita del Río que había maquinaria del gobierno del estado trabajando en el cerro detrás del edificio. La noticia era alarmante. Ese cerro se deslavó en 1994, cuando el huracán Roxana regresó para devastarnos, y desde entonces sabemos que se mantiene erguido precariamente, que la tragedia es inevitable porque ese tonelaje de piedras, tierra y árboles va a terminar sepultando el hospital.
Unos días más tarde le dijeron a Rita que esa maquinaria estaba construyendo en las alturas, en la parte trasera del fraccionamiento Lomas del Castillo donde se ubica la Suprema Casa Blanca, una pista de cuatrimotos para esparcimiento del gobernAlito y sus amigos.
Un mes después, el 8 de agosto, Peña Nieto vino a Campeche a preparar el terreno para la asamblea del PRI donde acordarían romper los candados que impedían al secretario de Hacienda, José Meade, ser candidato de ese partido en 2018. Pero una visita presidencial con recursos de la nación para tratar asuntos partidistas podría haberse convertido en otro escándalo, así que tuvieron que inventar un pretexto y se les ocurrió que Peña Nieto inaugurara el Megadrenaje, ese poema a la “campechanidad” que tiene más inauguraciones que litros drenados.
Un pueblo manso como el nuestro puede mirar, con la baba escurriendo por los labios, como se burlan de él inaugurando y reinaugurando la misma obra, pero Chac (o el dios que usted prefiera) no y al mediodía del 8 de agosto, segundos después de esa nueva burla de Alito y Peña Nieto, se desató un aguacero garciamarquiano que convirtió la ciudad en una pecera, reafirmó la inoperancia del Megadrenaje y desgajó otra parte del cerro que escolta la clínica del Issste.
Los ríos de lodo que se adentraron en los pasillos del hospital y el miedo a un derrumbe total obligaron a Rita y a los empleados a trasladar a los pacientes en medio de un caos fabuloso y bajo una tormenta que parecía producida por Dreamworks. Una locura.
Mientras eso sucedía en el Issste, Alito organizaba las cosas para matar dos chombos de un tirahulazo. Varios meses atrás, en la primera y única reunión privada con Rita, le mostró una pila de periódicos y le advirtió que hasta los puntos y comas estaban ahí por su Suprema potestad. Con el aguacero encima y el Issste a punto del entierro, Alito puso a trabajar la caja china para distraer a la opinión pública ordenando a los medios que acusaran a Rita de despreciar los protocolos de emergencia para el traslado de pacientes; de esa forma nadie repararía en la absurda tercera inauguración de una obra inservible ni tampoco en la responsabilidad en la tragedia de la construcción, en un lugar tan peligroso, de una urgente, necesaria, imprescindible pista de cuatrimotos con la que Campeche crecerá en grande.
Por eso vimos a los reporteros de diarios y televisoras acosar a los empleados del Issste durante las labores de rescate, y a los comentaristas, con sus impermeables, sus gritos y aspavientos, afirmando que la delegada era un engendro maligno que gozaba violando el protocolo de salvamento en una ceremonia satánica pasada por agua.
Y lo que siguió fue todavía más penoso. Todos los días, en todos los medios de Alito, Rita del Río era la primera plana, el tema de todos los segmentos, la que le dio la manzana a Adán, originó la guerra de Troya, la Irma Grese de Hecelchakán, la que provocó el alud soplando el cerro con un abanico bordado en punto de cruz.
Durante quince días Rita fue vapuleada. Con esa campaña Alito creyó que se había desecho de una pieza incómoda que obtuvo una delegación sin que él diera su consentimiento y que durante la visita de Peña Nieto se atrevió a saltarse el perímetro de seguridad para hablar con el presidente y manifestarle sus ganas de ser senadora.
Pasado poco tiempo, a principios de septiembre, Moreno Cárdenas recibió los resultados de una encuesta que había mandado hacer y descubrió que el descrédito de los medios de comunicación en los que ha invertido cantidades oceánicas de dinero es tan grande que la campaña contra Rita no sólo había sido un fracaso, sino que la había victimizado y encumbrado. Instalada en un lejano primer lugar, Rita le sacaba a la diputada federal Adriana Ortiz, la pieza que los Arceo quieren enviar a la alcaldía campechana, 20 puntos de ventaja y muy en el fondo, sumergido en el megadrenaje, quedó el delegado de Sedesol Christian Castro Bello, el sobrino oligofrénico que Alito quiere convertir en senador de la república y luego en su sucesor en el gobierno del Estado.
Fue entonces que Alito decidió tomar medidas criminales contra Rita del Río.
Besitos.
Tantán.
Nota final: esta historia tenía un tercer episodio donde narraba la exigencia de Alito al director general del Issste para que depusiera a Rita o de lo contrario enviaría al sindicato a tomar la clínica para derrocarla por la vía más fea; las intimidaciones del C4 contra los trabajadores, la farsa del nombramiento del “delegado” que nunca fue legitimado en la sesión del 4 de octubre del Consejo Consultivo de esa institución, la mentira tras el anuncio de Moreno Cárdenas de los mil millones de pesos para nuevas instalaciones, las 50 nuevas plazas que el líder sindical, el nuevo “delegado” y la Albores quieren vender en 120 mil pesos cada una; y un laaargo etcétera en este nuevo y siniestro capítulo del sexenio de la frivolidad, la sordidez y la demencia.
Pero acabo de enterarme que Rita está en el hospital, que su hijo volvió a ponerse mal; un niño que a sus gravísimos padecimientos ha sumado en los últimos días el temor de que sus padres sufran una venganza mortal del Supremo Idiota. Por eso aquí dejo la historia. Suerte, Rita Dolores. Cuídalo.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.