Campeche ya la hizo: entre los 25 estados que sufrieron un incremento en las actividades delictivas, fuimos los mejores. Nos llevamos las palmas. Los crímenes aumentaron en un 974 por ciento comparados con el mismo lapso de 2021. We are the champions, my friends.
No ha sido fácil conseguir este reconocimiento ni ha sido labor de una sola persona.
Es vital, sí, la aportación del Martes del Jaguar, programa de variedades en el que nuestra gobernadora, la licenciada Layda Sansores, se esmera para que los campechanos pasen dos o tres horas de sano esparcimiento conociendo los terrenos en que Alito construyó su mansión, los otros terrenos donde mandó hacer su campo de juegos, los demás terrenos donde instaló un paraíso para corretear con su Evo y realizar juntos fascinantes sacudimientos de sus propias nauyacas; y también peregrina doña Layda por otros rumbos temáticos, como los muchos millones que Eliseo sustrajo del municipio, la ocurrencia genial y nunca antes escuchada de que Eliseo es Elito, las advertencias a Eliseo y Alito de denuncias y otras supersticiones justicieras, pero siempre con ese magnífico toque de humorismo blanco que ha hecho las delicias de grandes y chicos.
Ahora bien, sin dejar de reconocer la contribución de doña Layda al aumento del 974 por ciento en los crímenes que se cometen en Campeche, seríamos injustos si no valoramos la inteligencia y el profundo conocimiento en materia de combate a la delincuencia de doña Marcela Muñoz, hoy secretaria de Seguridad Pública y mañana senadora por Campeche.
Tomando el ejemplo de nuestro señor presidente, don Andrés Manuel López Obrador, doña Marcela ha desarrollado en la entidad un programa de lucha frontal contra los malos llamado: “Pedaleadas, no balazos”, cuya finalidad es, como su nombre lo dice, pedalear con muchas ganas los domingos en compañía de los burócratas campechanos (que asisten voluntariamente, por supuesto, y voluntariamente también se toman fotos y las envían a sus superiores para que la felicidad y espontaneidad se difundan por todos los resquicios de la jerarquía administrativa).
El objetivo es claro: burócrata que pedalea no delinque, de esa forma se evita que los trabajadores estatales incurran en algún ilícito o se sumen al crimen organizado un día a la semana y en horario fijo; además, para mantenerlos vigilados y reducir al máximo el grado de peligrosidad, se les exige ropa deportiva y, claro, tenis en lugar de chanclas, aspecto fundamental porque, como todos sabemos, una chancla en el pedal es como una cuerno de chivo en manos de un enfermo de Parkinson.
Lo estamos logrando. En sintonía con Amlo, cuyo índice de mortandad entre asesinatos violentos, pandemia y víctimas de su sistema de Salud danés, es ya histórico, en Campeche doña Layda y doña Marcela, sintetizadas, están pedaleándole duro para no dejar sólo al fraile macuspano ante el imparable baño de sangre que vive el país.
Felicidades, jaguaras.
Besitos.
Tantán.
Soy aborigen champotonero, licenciado en Ciencias Ocultas y Administración Púbica, adicto a los Pumas de la UNAM y a las tortas de cochinita de Sacha, feliz de haber pasado media vida en reventones, orgías y actividades similares y afligido por haber desperdiciado miserablemente la otra mitad, y dedicado al periodismo para cumplir fielmente la profecía de mi abuelo Buenaventura Villarino, hombre sabio y de fortuna, que más o menos decía así: “Estudia mucho, hijo, o acabarás de periodista”. Besitos. Tantán.